sábado, junio 15, 2024
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La cocaína es un contaminante emergente preocupante

Elton Alisson

La droga se acumula no solamente en el agua, sino también en sedimentos y en organismos marinos, y reviste por ello un alto riesgo ecológico, según lo consignó Camilo Seabra, docente de la Universidad Federal de Sao Paulo, durante la FAPESP Week Illinois.

 

Aparte de los contaminantes conocidos, la bahía de Santos –una ciudad del estado de Sao Paulo, en Brasil, que es la sede del mayor puerto marítimo de Latinoamérica–, ha venido siendo afectada por un contaminante emergente que actualmente se encuentra presente no solamente en el agua, sino también en sedimentos y en organismos marinos de toda la zona del litoral de Sao Paulo: la cocaína.

Esta droga causa graves efectos toxicológicos en animales tales como los mejillones pardos (Perna perna), las ostras de manglares (Crassotrea gasar) y ciertos peces (anguilas), de acuerdo con resultados de análisis realizados en laboratorio por investigadores de la Universidad Federal de Sao Paulo (Unifesp). Por eso ha pasado a considerársela como un contaminante emergente preocupante.

“En la actualidad, la cocaína constituye efectivamente un contaminante de la bahía de Santos. Hemos detectado la contaminación con esta droga distribuida por toda la zona”, afirmó Camilo Dias Seabra, docente de la Unifesp, en un panel de debate sobre el agua durante la FAPESP Week Illinois, que tuvo lugar entre los días 9 y 10 de abril en Chicago, Estados Unidos.

En el marco de un proyecto apoyado por la FAPESP, el investigador, en colaboración con colegas de la Unifesp y de la Universidade Santa Cecília (Unisanta), detectó en el año 2017 por primera vez la acumulación de cocaína y de otras sustancias derivadas de medicamentos en aguas superficiales de la bahía de Santos y efectos biológicos en concentraciones ambientalmente relevantes.

Los investigadores hallaron en muestras de agua recolectadas en la región ibuprofeno, paracetamol y diclofenaco, entre otros medicamentos, aparte de cocaína en una concentración equivalente a la de la cafeína, un indicador tradicional de contaminación, pues, aparte de consumírsela en infusiones tales como café y tés, y en refrescos, se encuentra presente en diversos medicamentos. “Es una concentración enorme de cocaína si imaginamos el consumo de cafeína”, comparó Dias Seabra. “Estos descubrimientos fueron sumamente sorprendentes”, añadió.

Una de las hipótesis que los investigadores plantearon en ese momento para explicar la alta concentración de cocaína en las muestras de aguas superficiales de la bahía de Santos fue el período en que realizaron el estudio: durante el Carnaval, cuando llega a la zona una gran de turistas.

“Pensamos que podría ser un fenómeno carnavalesco. Pero efectuamos un monitoreo estacional y detectamos que, durante todo el año, la cocaína y sus metabolitos se encontraban presentes no solamente en el agua, sino también en los mejillones, por ejemplo”, afirmó Seabra.

Los análisis de laboratorio revelaron que el factor de bioacumulación de la cocaína en los mejillones pardos fue más de 1.000 veces mayor que la concentración de agua. “Esto implica un factor de bioacumulación alto. Por ende, los mariscos de la bahía de Santos pueden estar contaminados con cocaína, pero no solamente con ella”, ponderó Seabra.

Los investigadores también realizaron estudios para evaluar los efectos de la exposición a la cocaína en los mejillones pardos. Los resultados de los análisis indicaron que, tras una semana de exposición, los animales exhibían niveles elevados de dos neurotransmisores: la dopamina y la serotonina. Esta alteración se interpretó como una respuesta neuroendócrina que podría causar impactos en el sistema reproductivo de estos animales.

Con el fin de evaluar esta hipótesis, se concretaron estudios con otros animales, tales como anguilas. Los análisis revelaron que la exposición crónica a la cocaína tiene efectos sobre la ovogénesis (la formación de los óvulos) y la esteroidogénesis (la producción de hormonas esteroides) de estos peces.

“Los huevos de anguilas expuestos a la cocaína exhibieron una menor tasa de maduración. De este modo, puede entenderse que la cocaína actúa como un desregulador endócrino en esos animales”, afirmó Dias Seabra.

En el marco de un proyecto doctoral realizado con una beca de la FAPESP, los investigadores también analizaron el riesgo ecológico de la exposición a la cocaína en ostras de manglar mediante el empleo de benzoilecgonina –un metabolito de la droga– como biomarcador.

Los resultados indicaron que la droga causa graves efectos citotóxicos y genotóxicos en esos organismos. “Estamos considerando a la cocaína como un contaminante emergente preocupante”, dijo Dias Seabra.

Al consultársela para la elaboración de este reportaje, la asesoría de comunicación de la Compañía Ambiental del Estado de Sao Paulo (Cetesb) respondió mediante una nota que “Cetesb monitorea sistemáticamente la calidad de las aguas costeras del estado, incluida el área de influencia del emisario submarino de Santos, y realiza ensayos ecotoxicológicos con muestras de dicha área para evaluar los posibles efectos de la presencia de contaminantes en la fauna acuática. Puede accederse a los resultados de este monitoreo en los informes que aparecen en la página web de Cetesb”.

“El estudio referido aportó información para lograr un mejor conocimiento de la zona y con base en sus resultados puede arribarse a la conclusión de que las concentraciones detectadas en el agua del mar de la bahía de Santos en esa ocasión no causarían efectos en los mejillones estudiados y no generarían riesgos para los bañistas”, culmina afirmándose en la nota.

 

LA RUTA DEL NARCOTRÁFICO

De acuerdo con Dias Seabra, con base en estudios geoquímicos realizados con testigos de sedimentos del estuario de Santos, se estima que la cocaína empezó a acumularse allí a partir de la década de 1930, pero las concentraciones de la droga en la zona han trepado en las últimas décadas.

Algunas de las explicaciones referentes a este aumento indican que la región es una de las principales rutas de tráfico de la droga desde América del Sur hacia Europa. Asimismo, y a ejemplo de otras áreas de Brasil y del mundo, esta zona enfrenta el problema del incremento de la cantidad de consumidores de drogas ilícitas, tales como la propia cocaína y el crack.

Otro problema reside en la falta de tratamiento de los desagües en la zona, consignó Dias Seabra. “Los desagües sin tratamiento pueden estar relacionados con las altas concentraciones de cocaína que encontramos en la bahía de Santos. Pero también tenemos un problema de salud pública en la región, relacionado con el consumo de crack y otras drogas, y de seguridad pública. Es un panorama complejo si se pretende entender mejor los riesgos ambientales y sociales implicados”, sostuvo.

A los efectos de entender mejor entonces la magnitud de este problema, los investigadores pretenden poner en marcha un programa epidemiológico basado en aguas residuales para identificar el consumo de drogas.

Uno de los objetivos de programas como éste consiste en aportar a la detección de problemas de salud de la población relacionados no solamente con el consumo de drogas ilícitas, sino también con el de alcohol y con el tabaquismo. “Pero existen muchos retos que deben superarse con miras a lograr implementar un programa de este tipo en la zona”, sostuvo Dias Seabra.

Aparte de la cocaína, otro contaminante emergente que el investigador y sus colaboradores han estudiado es el material atmosférico en partículas, un compuesto de origen metalúrgico que puede precipitarse en zonas costeras y causar efectos tóxicos en los organismos acuáticos, aparte de bioacumularse en los pescados.

“El ‘polvo negro’ contiene micro y nanopartículas metálicas, incluso tierras raras, cuyos efectos aún se desconocen. Los invertebrados marinos y los peces se ven impactados por estas partículas y los primeros resultados que obtuvimos en el marco de un Proyecto Temático apoyado por la FAPESP son preocupantes”, afirmó Dias Seabra.

 

UN MARCADOR GEOLÓGICO

Aparte de drogas ilícitas y medicamentos, otro grupo de investigadores del Instituto de Oceanografía de la Universidad de Sao Paulo (IO-USP) ha analizado la presencia de otros compuestos químicos, tales como hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP) y compuestos organoclorados, en registros sedimentarios de los sistemas de estuarios de Santos y del municipio vecino de Sao Vicente. El objetivo es identificar cuándo la actividad humana empezó a alterar la dinámica natural de la región.

Los resultados de los análisis de los registros indicaron que el comienzo de la concentración de estos compuestos en la zona, que es una de las más pobladas e industrializadas de la costa brasileña, sucedió entre los años de 1940 y 1950, cuando se instalaron las refinerías del polo siderúrgico.

“Más o menos en la década de 1960, empezó a aumentar la concentración de los niveles de esos contaminantes en la región. Podemos decir que el Antropoceno en los estuarios de Santos y Sao Vicente empezó en ese entonces”, dijo César de Castro Martins, docente del IO-USP.

En tanto, un grupo de investigadores de la Universidad de Campinas (Unicamp) analizó la presencia de los productos agrotóxicos más utilizados en las plantaciones de caña de azúcar en las aguas superficiales y subterráneas de Sao Paulo.

Los resultados de los análisis indicaron que, en las aguas superficiales, los 14 compuestos estudiados se detectaron en al menos una muestra. Algunos compuestos exhibieron un posible riesgo para la vida acuática.

“Estos contaminantes se encuentran dispersos en bajas concentraciones en todas nuestras cuencas hidrográficas y se hace sumamente difícil hallar la fuente de los mismos. Por eso estamos estudiando su movilidad en el suelo y cómo pueden llegar a las aguas subterráneas”, dijo Cassiana Carolina Montagner, docente de la Unicamp y coordinadora del proyecto.

 

EL ORIGEN DE LOS PATÓGENOS

La detección de la fuente de contaminación de las bacterias causantes de enfermedades luego de desastres naturales tales como inundaciones se ha erigido como objeto del trabajo de un grupo de científicos de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign. Para arribar a ese objetivo, los investigadores han empleado herramientas de secuenciación genética.

En el año 2018, el huracán Florence alcanzó la costa de Carolina del Norte, en donde las inundaciones costeras provocadas por tormentas tropicales son bastante comunes y existe una elevada concentración de propiedades rurales de cría de cerdos y sistemas sépticos privados.

Tres semanas después del huracán, un equipo de investigadores de la universidad estadounidense extrajo muestras de agua de 25 cuerpos de agua ubicados abajo de los criaderos de cerdos en áreas de producción agrícola, de las cuales 23 contenían la bacteria Salmonela enterica.

Los resultados de los análisis genéticos de los cromosomas y los plásmidos revelaron que el origen de la bacteria en las muestras recolectadas no lo constituían los animales o el estiércol, sino los ríos y los arroyos locales.

“Estudios como éste son sumamente importantes porque ayudan a detectar claramente y a monitorear el surgimiento de agentes patogénicos durante los eventos climáticos extremos que han de volverse más frecuentes con los cambios climáticos”, dijo Ana Barros, docente de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign… (Agencia FAPESP).

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