domingo, mayo 19, 2024
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Ayacuchense modelo 73

David Foronda H.

Según datos históricos, en cumplimiento a un decreto expedido desde Lima por el Mariscal Sucre, se dispuso la creación de un Colegio de Ciencias y Artes en la ciudad de La Paz, que sería denominado “San Simón de Ayacucho”. Simón, en homenaje al libertador, y Ayacucho, por la última batalla independista. Dicho documento fue firmado por el propio insigne Mariscal de Ayacucho. Así, un 27 de abril del año 1826 fue creado en las actuales instalaciones, donde hasta hoy funciona. Una réplica del decreto de fundación se halla en el patio de honor del establecimiento. En 1831, en el mismo sitio se fundó la Universidad Mayor de San Andrés, compartiendo espacio ambas instituciones. A partir de 1919 la universidad dejó el inmueble pasando a ser sede exclusiva del colegio, dicen las crónicas históricas.

La página virtual del centro educativo, publicada hace cuatro años destaca: “En 1997, desde la visión de la Reforma Educativa, el Colegio vuelve a retomar la coeducación, inscribiendo en sus registros a estudiantes del sexo femenino, que en la actualidad alcanza aproximadamente el 40% de la población general de 800 estudiantes”.

En realidad, se puede decir mucho sobre este ente educativo que este 2024 ha cumplido 198 años, pero el espacio nos lo impide, aunque se debe evocar que el 12 de febrero de 2003, los estudiantes del Ayacucho fueron parte de las protestas sociales que desembocaron en el evento conocido como “febrero negro” y la denominada “masacre de octubre”, forzando la renuncia del presidente de entonces, Gonzalo Sánchez de Lozada, quien huyó del país.

Esta fecha fue motivo de recordación, sobre todo por las distintas promociones de alumnos que cursaron estudios en esas centenarias instalaciones. Fue el caso de la “Promo 73” 4to. C, cuyo padrino de promoción fue el propio Director de entonces del colegio, Prof. Max Luna Helguero, dijeron en su almuerzo de camaradería en el que pasaron gratos momentos. Jorge Morillas, Wilfredo Blanco, José Cuenca, Rodolfo Trujillo, Julio Peñaloza, Braulio Centellas, Edgar Almanza, Hernán Rodríguez, Vicente Soruco, Hugo Aliaga, entre otros, quienes puntualizaron que fueron los que tomaron el Ministerio de Educación en esos años, con el fin de lograr la ampliación del colegio. “Hoy prácticamente abarca toda la manzana”, acotó efusivamente, quien hasta hoy es apodado “el polkos”.

Refirieron que todos tenían sus apodos en ese entonces, y sacaron a relucir: “el mono” (por la pinta), “el niño” (por guagalón), “el dumbo” (por orejón), “el kalimán” (por flacucho y débil), “el godzila” (por jachatata), “el chuño” (por su fisonomía), “la chola” (idem), “el castorcito” (idem), “el chupacabras” (parecía ser pobre, pero había sido millonario y nos chupaba a todos, rieron). “Sucede que hoy ya es discriminación y hasta racismo poner apodos, en esa época no, y todos tenían el suyo, no había problemas, y cuando se presentaba un fuerte intercambio de palabras, lo resolvíamos a puñetes en el pasaje Kuljis”.

También rememoraron que nunca hubo en dicho colegio profesoras mujeres, y todos fueron varones, como “el cavernario, que era de Ciencias, y por cualquier incumplimiento rompía palos de escoba en nuestras nalgas; el Big Ben, alto y delgado, de Matemáticas, pero muy buenito, como dos ejemplos contrarios”. Al concluir, simplemente manifestamos: felicidades, “Ayacuchenses modelo 73”.

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