Trump en medio de una lucha electoral inédita

Faltan de diez meses para sean realizadas elecciones presidenciales a fin de elegir al mandatario que se encargará de manejar las riendas de Estados Unidos. Para ese evento, hasta el presente solo existe un candidato activo y otros potenciales, lo cual da al representante republicano notable ventaja para ocupar la silla presidencial en la Casa Blanca.
Ese candidato, Donald Trump, ya fue timonel de la política norteamericana durante cuatro años (2016-2020) y su programa republicano estaba dirigido a hacer, de nuevo, grande a la nación, como en sus tiempos de oro, con enorme desarrollo. Proposición que fue bien acogida por alguna parte de la población. En forma, concreta, la idea era que Estados Unidos siga desarrollando sus propias fuerzas productivas, consuma lo que produce y deje de abastecerse con importaciones extranjeras que estaban dando muerte a la industria norteamericana.
La propuesta no se pudo realizar en poco tiempo y el proyecto fue truncado porque Trump no pudo continuar gobernando. Es más, ese pensamiento fue objeto de resistencia de la oposición demócrata, con una gran ofensiva publicitaria, dirigida a evitar que el ideario republicano vuelva a ser puesto en práctica.
Aparte de esos aspectos, se produjo un fenómeno político interesante. La ofensiva contra el republicanismo de Trump empezó con una conspiración del silencio, orientada a evitar que el republicano vuelva a la política y para que sea sepultado su programa económico. Pero esa estrategia no dio buen resultado, pues el proyecto republicano volvió a florecer, lo que obligó a sus opositores a aplicar la táctica de del desprestigio a Trump, por asuntos personales, no políticos.
Se trató de una tentativa con gran despliegue de recursos masivos de todo tipo, con la aspiración de que el candidato republicano quede enterrado por la campaña. Durante los dos años recientes no hubo argumento que no se utilice y, al parecer, Trump estaba perdido por la conspiración opositora, primero del silencio y luego de la fuerza.
Sin embargo, el desarrollo de esa política, en vez de desplazar al candidato republicano, resultó que más bien lo sacó de las catacumbas de la conspiración y tanta publicidad en su contra lo catapultó de nuevo al escenario político y a lanzarse a la candidatura por la presidencia de Estados Unidos. En efecto, la campaña de oposición en vez de eliminarlo, lo hizo crecer, comprobándose que los excesos son siempre desfavorables y se vuelven contra quienes los cometen. En todo caso, la última palabra no está dicha.