sábado, abril 27, 2024
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Rusia e Israel crean otra forma de guerra

Las guerras entre naciones se caracterizaron por el enfrentamiento de poderosos ejércitos en campos de batalla y con el uso de armamento de alto poder destructivo. Los enfrentamientos entre tropas se produjeron con masivas acciones, con notables jefes militares, la práctica del arte de la guerra y variados movimientos estratégicos.

Las guerras napoleónicas se convirtieron en la admiración de los pueblos hasta que, finalmente, llegó la Primera Guerra Mundial, que fue “ensuciada” por el uso de gases asfixiantes. Después, en la Segunda Guerra Mundial se aumentó la eficiencia destructiva y fueron eliminados millones de combatientes, por la ambición nazi de dominar el mundo.

Guerras posteriores siguieron esa tendencia, en las que participaron diversos ejércitos del planeta, con la aparición de cada vez más sofisticado equipamiento bélico. Grandes acciones bélicas se produjeron también durante la Segunda Guerra Mundial, cuando se enfrentaron poderosos ejércitos y ejecutaron notables maniobras, pero siempre de acuerdo con las reglas de la guerra tradicional. Un ejemplo es la batalla de Kursk, cerca de Ucrania, donde se enfrentaron cinco mil tanques, cuatro mil aviones, más de 200 regimientos entre las tropas alemanas y las rusas y que duró varias semanas, sin que alguno de los ejércitos enfrentados pueda cantar victoria.

Ese estado de cosas duró hasta tiempos recientes, cuando las formas de guerra fueron profundamente alteradas. En efecto, ahora las guerras han adquirido un salvajismo extremo, por lo que ya deberían ser llamadas masacres. Efectivamente, la guerra entre Israel y Palestina en la franja de Gaza, desatada por el ataque terrorista de Hamás, se ha convertido en una crisis humanitaria por la cantidad de civiles muertos. Lo peor es que uno de los bandos en esta batalla utiliza a civiles como escudos humanos o como infiltrados. También la invasión rusa a Ucrania ha ocasionado enormes pérdidas de vidas y bienes materiales. En ambos casos se trata de someter a países y convertir en colonias los territorios conquistados por las armas.

Esas dos guerras tienen características sanguinarias. Los atacantes quieren hacer desaparecer a las naciones amenazadas, destruyendo poblaciones con poderosas bombas. Tanto en la franja de Gaza como en Ucrania, las víctimas están en las ciudades y no tanto en campos de batalla. Por ello, muchos de los muertos son civiles.

Los atacantes arrojan misiles contra escuelas, hospitales, fábricas y otros puestos civiles, muriendo niños y mujeres que nada tienen que ver con la guerra. Detrás de las trincheras, los ejércitos atacantes ya no sufren privaciones ni tienen que participar en batallas campales.

Ahora los comandantes de tropas se limitan a ordenar a sus inferiores que lancen desde la distancia bombas y misiles con dirección a ciudades indefensas, por lo que las trincheras dejan de ser necesarias.

Casi simultáneamente, los ejércitos de Rusia y de Israel han estrenado esa forma de guerra, dejando las antiguas como obsoletas. El antiguo arte de la guerra está siendo archivado. Las guerras ya no se deciden en campos de batalla (como Waterloo o Austerlitz) sino por el número de ciudades destruidas, incluyendo miles de civiles muertos, así como centros culturales, hospitales, escuelas, universidades, etc. Esos nuevos sistemas de guerra están siendo aplicados por gobernantes de los que se encuentran en guerra, con apoyo de países afines.

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