viernes, mayo 10, 2024
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No todo se resuelve detrás de un cristal

Ernesto González Valdés

Hace un mes o dos se me ocurrió –como proyecto– elaborar un texto digital (e-book) que recogiese un sinnúmero de experimentos para ser realizados en casa por parte de los estudiantes. Eran sencillos de efectuar y cuya complejidad ascendía, tal vez por los conocimientos básicos que debían poseer los usuarios, en un rango que abarcase los subsistemas de primaria, secundaria y bachillerato o preuniversitario.

En el caso de algunos experimentos, con el propósito de hacerlos más ilustrativos, les anexaba en uno dos párrafos pocos extensos, información sobre los creadores de las leyes (científicos). Contenidos un tanto sintetizados, vinculado al experimento en sí, pero que en su conjunto proporcionaban argumentos válidos para la consolidación de una cultura general.

En la medida que escribía y terminado uno y otro experimento, lo compartía gratuitamente en las redes, para beneficio de docentes, estudiantes, padres de familia, cuyo valor agregado –criterio muy personal, por supuesto– era proporcionar contenidos muy diferentes de los “ruidos desagradables” que suelen deambular en los medios, que nos conllevan a un planeta pesimista, convulso, que nos desorientan.

Un gran compañero de trabajo, una vez recibido vía comunicación me proporcionaba a través de un like “me gusta”, pero además detallaba con pesar, que los estudiantes hoy (nivel universitario, primer año) no solían: hacer uso de un libro (físico o digital) para experimentar, que la opción más sencilla de todas era: ¡El uso de aplicaciones digitales! (abro en el celular, tableta, ordenador Play Store, tienda de juegos, buscar app… y listo).

No queda dudas que la tecnología llegó para quedarse, no de ahora, siempre ha sido así. Muestra de ello son las llamadas revoluciones industriales (*) y sus resultados han sido en su mayoría provechosos, (y la minoría, cuando han sido usadas y se usan para dañar al medio ambiente, a los seres vivos, etc.)

¿Fácil y cómoda? Cito ejemplos: basta con un aceptar y arrancamos el motor del vehículo sin siquiera haber entrado al mismo, cuando le hablamos a un dispositivo electrónico y le damos orientaciones muy disímiles «enciende las luces», «pon la canción», «sube o baja la temperatura del agua de la ducha», pero no es aceptable en el campo de la Educación, pensar que quienes diseñaron esos algoritmos (programadores, científicos, especialistas), no simplificaron la búsqueda de la información, tras el cristal de un recurso tecnológico, bien tecleando o pulsando con un dedo o dos hasta lograr la solución en un dos por tres.

Por supuesto, es una preocupación permanente del profesorado, hacer el mejor uso de la informática, en beneficio de la educación para la preparación de sus clases. Y a la vez, como parte de ese mundo fascinante de estudiantes (muchos de ellos encerrados en una “burbuja del menor esfuerzo”), será necesario abordar que:

  • No todo puede girar en torno a lo que podemos encontrar en una red.
  • Que a la par de la informática muchos científicos –que una vez fueron adolescentes–, investigan, experimentan.
  • Que los bienes materiales no salen de la nada.
  • Que para ser un buen estudiante se requiere de mucho esfuerzo, sacrificio, perseverancia

Y, ¿quiénes podrían hablar de esto? Los padres, docentes, estudiantes graduados o no, que una vez fueron como los/as no tan esforzados/as, que aún persisten y persistirán en nuestras aulas.

 

(*) Grandes transformaciones sociales debidas a los avances en tecnología, fruto de descubrimientos importantes en el desarrollo científico de la humanidad. Actualmente son consideradas 4, la última debido a la informática –a partir del año 1950– conocida como “automatización industrial” o “imperio de las máquinas programadas”, controladas por medio de los computadores. De hecho, hoy se habla de la “empresa informatizada”.

 

El autor es Licenciado en Ciencias Pedagógicas.

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