domingo, abril 28, 2024
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Inversión inmobiliaria, alternativa al ahorro

Rolando Kempff Bacigalupo

La inversión en bienes raíces es una estrategia muy conocida de inversión a largo plazo que implica comprar propiedades con el objetivo de obtener ganancias a través de la apreciación del valor de la propiedad, el alquiler de la misma o una combinación de ambos.
La inversión en bienes raíces puede ofrecer diversos beneficios, como el flujo de efectivo regular en forma de alquileres, la posibilidad de ganancias de capital a través de la apreciación del valor de la propiedad a largo plazo, la diversificación de una cartera de inversiones, así como ventajas fiscales, como la depreciación y las deducciones de impuestos.
Hay varias formas de invertir en bienes raíces, como la compra de propiedades residenciales, comerciales, industriales o terrenos vacantes. También se puede optar por invertir de forma directa comprando propiedades de forma individual, o de forma indirecta a través de fondos de inversión inmobiliaria o REITs (Real Estate Investment Trusts), que permite a los inversores comprar acciones de propiedades en lugar de la propiedad en sí.
Sin embargo, también existen riesgos asociados a la inversión en bienes raíces, como la posibilidad de una disminución en los precios de las propiedades, la fluctuación en el mercado de alquileres, la necesidad de hacer inversiones adicionales para mantener mejorar o las propiedades, y los problemas de gestión y mantenimiento.
Esta práctica que data de muchos años atrás nos muestra que la importancia de que una familia tenga un inmueble propio no es reciente. Se sabía y se recomendaba tener la casa propia, por las ventajas que venían aparejadas, como la seguridad financiera de la familia.
A la necesidad, casi innata, del deseo de una casa propia, ahora tenemos que sumar el hecho de que un inmueble se ha convertido, para una familia o empresa, en un medio de ahorro o inversión.
El mercado inmobiliario, como dicen algunos analistas, es ahora una alternativa viable para lidiar con la incertidumbre. En el informe anual 2020 de riqueza, de la consultora Credit Suisse Group AG, se señala que la riqueza no financiera en Bolivia, de la cual la inmobiliaria es la mayor parte, es el 74% del total de riqueza neta, debido a que los activos inmobiliarios han sido adecuados para lidiar con la inestabilidad económica y una alternativa frente a un entorno de varias barreras al emprendimiento.
Como se señala en el portal Contacto y Construcción, la vivienda se ve como una necesidad estructural, pues no solo es una alternativa para la coyuntura, sino una condición necesaria para una existencia digna.
Más allá del corto plazo, existe la condición de proveer vivienda a aquellas familias que todavía no la tienen, no solo para plasmar los planes de desarrollo estatales en sus diversas instancias, sino para el cumplimiento de la Agenda 2030.
Bolivia se sitúa como el cuarto país con más déficit habitacional cuantitativo en la región. Llama la atención que el cambio entre 2005 y 2019 (antes de la pandemia) haya sido similar al del promedio regional pese a la aplicación de la Ley 393 que promovió el crédito de vivienda de interés social. De esa forma, en torno a dos de cada tres familias bolivianas poseen una casa propia (65,6%), que es levemente inferior al promedio latinoamericano (69,4%) y, consecuentemente, un tercio no tiene una casa propia.
Más de un millón de familias en Bolivia no poseen una vivienda propia. Del total de 3,6 millones de hogares que había en el país en 2021, 2,3 millones poseen una vivienda propia. Por su parte 596 mil hogares viven en operación de contrato (alquiler, anticrético o intercambio por servicios), y 600 mil la tienen en calidad de préstamo.
Para un adecuado, constante y seguro crecimiento de la mancha urbana paceña, debemos tomar en serio las palabras del Samuel Vásquez, expresidente del Colegio de Arquitectos de La Paz, quien remarca que los recientes golpes que recibió La Paz, por riadas, sifonamientos, deslizamientos y otros fenómenos naturales, eran casi predecibles e inminentes.
Este año, La Paz ha sido golpeada y, seguramente, tomará tiempo recuperarse. La topografía de la ciudad y el estar “casi encima de agua”, por la cantidad de ríos que atraviesan gran parte de la urbe, agravan su vulnerabilidad.
Esta realidad debe llevar a Gobierno nacional, gobiernos municipales y los empresarios a trabajar para ofrecer las garantías necesarias a quienes viven en la Ciudad Maravilla.

El autor es Economista, licenciado en la UMSA, doctorado Ph.D. en Relaciones Internacionales de la Universidad del Salvador de Argentina, Académico de Número de la ABCE y presidente del Directorio de la UREAL.

 

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