miércoles, mayo 15, 2024
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Presionar con violencia es muestra de primitivismo

Por desgracia, en nuestro país la política se la está entendiendo como un concurso de brutalidades y no de conceptos asentados en ideologías producidas por seres humanos pensantes. Sin embargo, por su origen y naturaleza las conductas de los políticos deberían estar revestidas de dignidad y tolerancia, como resultado del pluralismo de las ideas. Ciertamente, en tiempos remotos prevalecía la violencia para imponer una supuesta autoridad o supremacía, sustentada en el uso de la fuerza física. Pero esto no debería seguir aconteciendo ahora, en el Siglo XXI, cuando germinan en el mundo nuevas ideas en múltiples materias y se tiende a mejorar la civilización actual.
Precisamente, por tratarse de cultura, las diferencias en las ideas y las acciones tienen que ser admitidas y respetadas, en todos los niveles del accionar y relegar las pugnas que surgen a veces hasta por capricho de algunos desubicados. Como seres humanos normales, asimilemos principios y valores, honremos la vida entre personas con pensamiento diverso. Por ello, en democracia es repudiable que se recurra a la violencia, en particular, contra los políticos considerados rivales, llegándose al extremo de insultarse o agredirse con saña, inclusive entre mujeres.
Nos referimos a recientes peleas violentas entre diputados arcistas, evistas y de oposición, que después de mucho tiempo siguen enfrascados en sus posiciones, una a favor de aprobar créditos externos primero y otra que quiere que se dé preferencia a tratar el caso de los magistrados auto prorrogados. En medio, se suspende sesiones, se procede a votaciones en las que diputados supuestamente de oposición actúan a favor del oficialismo, etc., sin que se avance pensando en el beneficio, primordialmente, del resto de la población.
Indudablemente, así se comprueba, una vez más, que la composición de la actual Asamblea Legislativa deja mucho que desear, porque en la mayoría de sus integrantes prevalecen los intereses partidarios o personales. Por eso muchos temas que verdaderamente importan a la ciudadanía no son analizados, como la reducción de las reservas internacionales, el déficit porque importamos más de lo que exportamos, la falta de dólares, el desempleo, la jubilación forzada, el aumento de la informalidad, entre otros.
Pero, claro, muchos de los asambleístas propensos a la violencia, particularmente los que son de las fracciones masistas, han llegado a sus curules por sus acciones a favor de su partido, formados por un sindicalismo autoritario, sin tener suficiente preparación académica para legislar y representar a millones de bolivianos.
Lo peor es que a ese mal ejemplo parlamentario se añaden las constantes amenazas de bloqueos de caminos y otras medidas de presión violentas por parte de las llamadas “organizaciones sociales”, que arguyen defender el ordenamiento legal, pero en realidad solo les interesa que sean atendidas sus demandas a favor de sus caudillos, para seguir gobernando por mucho tiempo.
Tal es el deprimente panorama político que agobia a quienes solo quieren trabajar para sustentar a sus familias, en espera de mejores días.

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