lunes, abril 29, 2024
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Plagas de Egipto sobre San Buenaventura

Calamidades se ensañan con el estatal Ingenio azucarero de San Buenaventura, ubicado en el norte del departamento de La Paz. Primero, se habló de dificultades geográficas y otras técnicas con una empresa china que la debía instalar, con una inversión de millones de dólares. Ahora los problemas climáticos se suman a todo lo que afecta a esta industria azucarera, considerada, de paso, como un “elefante blanco”, por su mínima productividad hasta ahora.
En su último año de vida, este ingenio azucarero enfrentó una ola de calor que fue seguida por una larga sequía que arrasó los sembradíos de caña del año, materia prima imprescindible para su funcionamiento. Es decir que no había terminado el desastre, sino que recién estaba empezando. En efecto, la escasez de lluvias causó una sequía por varios meses, afectando los cultivos privados y estatales de la caña dulce y se redujo la capacidad productiva del ingenio azucarero en más del sesenta por ciento, razón por la cual tendría mayor déficit de producción durante este año.
Entonces, como resultado de altas temperaturas que pasaban de los 42 grados a la sombra, grandes incendios arrasaron los cultivos de caña que tenía la empresa azucarera. El fuego destruyó alrededor de quinientas hectáreas de caña, sin que quede suficiente materia prima para el ingenio. Lo lamentable del caso fue que no se adoptó medidas oportunas para enfrentar el problema y los incendios consumieron los cañaverales, poco menos que a vista y paciencia de los responsables de ese organismo estatal.
Para agravar ese panorama dantesco, el socorro del gobierno llegó con tardanza y casi no se pudo evitar que las máquinas de esa industria estatal fuesen destruidas por las llamas. Pero, en todo caso, la sequía y el fuego hicieron ver que este año la empresa tendría que bajar su producción por falta de materia prima. Pero, tampoco terminó la tragedia con ese episodio, solo fue una escala más de la crisis, ya que, pese a algunos esfuerzos, el incendio de los bosques de la región se reanudó con más intensidad, por la sequedad del ambiente.
Por otra parte, se produjeron algunas lluvias locales que apagaron algunos fuegos, pero siguió la devastación. Es más, cuando se estaba combatiendo la infernal quemazón, llegaron brigadas de socorristas para sofocar focos de calor. Precisamente en esos momentos cayó una lluvia torrencial que apagó las cenizas candentes aún.
Sin embargo, cuando brotaban los pastos y se verdeaba el paisaje, apareció una plaga gigantesca de gusanos que arrasaban los pastizales, sin que nada se pueda hacer. Lo peor es que la gusanera dejó millares de huevos, de los que surgirían millones de mariposas para nublar el ambiente, problema que fue también eliminado por otra lluvia. Esa cadena de pestes hace que el ingenio azucarero no pueda aportar azúcar, en la cantidad planificada, a la economía nacional. Tales son las desventuras de San Buenaventura.

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