lunes, abril 29, 2024
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Entre la democracia y el populismo

Debido a diversos factores propios de nuestra realidad, el país está ingresando a una etapa de reacciones que, aunque todavía tímidas y pequeñas, revelan que se está dejando atrás la absurda ideología populista y se trata de avanzar hacia la democracia. Es algo inherente a las fuerzas del desarrollo social que no se detienen y se sobreponen a todas las dificultades presentadas por malandrines que tienen como objetivo hacer retroceder la vida humana a la época de las cavernas.
En algunos países la ideología populista se impuso por el atraso tradicional que los caracterizaba, pero, al mismo tiempo, debido a que el pueblo fue engañado con cantos de sirena, es decir, discursos que ofrecían el cielo, pero en los hechos el infierno, lo que determinó un proceso de decadencia, por cada vez más autocracia, impuesta por minorías obnubiladas por el populismo.
Sin embargo, a cada nación no se le perdona que, en un momento de descuido, se hubiera dejado humillar por el primer villano que se cruzó en su camino y se vio obligada a someterse a que el curso de su historia no sea de atrás hacia adelante, sino al revés. Más objetivamente, retroceder del presente al pasado del infantilismo populista, pese a que éste había sido rechazado desde hace dos siglos, tanto en la práctica como en la teoría.
Sin embargo, este renaciente acontecer histórico del tránsito del populismo a la democracia, se produce de forma espontánea, es decir sin objetivos ni dirección política alguna, característica que lo pone en riesgo de desviarse o ser aventado del camino del desarrollo, más por dificultades internas que por externas. Por ello, la marcha de las fuerzas productivas hacia el desarrollo podría ser frenada en un momento en que haya un descuido y algún aventurero que levante la bandera del populismo asalte el gobierno, con el estilo de Mariano Melgarejo, cuya influencia dura hasta el presente.
La superación de la etapa populista (tanto como adjetivo como ideología) es una necesidad histórica que depende de su propia existencia, pero también depende de la voluntad de los individuos, de fuerzas que se debe tener en cuenta, inclusive más las segundas que las primeras, de tal forma que el desarrollo de la historia se produzca en forma consciente.
La decadencia de la ideología populista ha ingresado a su etapa terminal por carecer de sustento en la realidad social. El desarrollo democrático, tanto en su aspecto político como económico, avanza con fuerzas incontenibles, pues tiene a su favor todas las condiciones objetivas y subjetivas para hacerse realidad. De otro lado, el plutonismo populista se encuentra en pleno proceso de desintegración en los países de América latina y en el resto del mundo. Es decir que sus días están contados.

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