sábado, mayo 18, 2024
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El velero de cristal

Increíblemente, algunos escritores de novela como: José Mauro de Vasconcelos, tiene la habilidad innata de llegar al sentimiento humano con mucha facilidad, haciendo sus piruetas literarias, para describir con experiencia de vida adulta; la vida de un niño inválido (discapacitado); que sumergido en la miseria e indiferencia de su familia, sufre parálisis física incurable. “El velero de cristal” (1996), es una novela para reflexión familiar, porque tiene el poder de conmover las fibras más íntimas del sentimiento humano.
El protagonista de esta historia novelada es Eduardo; quien pese a su discapacidad: “Es incomparablemente bello, porque es bueno y rico en sus sentimientos e imaginaciones (porque en su lecho de penas y sufrimientos, tiene la facultad de hablar y comunicarse con el tigre, lechuza y rana. Anna, su tía en la novela, mucho más que eso, es la imagen de la mujer aguerrida y amorosa (madre), que centra su soledad sentimental en ese sobrino desdichado y se complace en dedicarle su vida”. (pág. 6).
En un viaje con su tía Anna, a esos lugares mágicos del mar; Eduardo, comentaba para sí mismo: “Mi cabeza había crecido un poco más y mis piernas parecían cada vez más cortas. Comenzaron a esconderme de los otros, de las visitas. Solamente Anna sabía (del aislamiento), que yo me daba cuenta de todo y sufría horriblemente”. (pág. 40). “Cuando en mi corazón creció la certeza de que no era como los otros, que mi presencia causaba repugnancia o malestar, comencé a retirarme de la gente y a esconderme más en mí mismo. Perdí el deseo de comer, sonreír y vivir. Le gustaba alejarme de la gente, encerrándose en casa, o buscando lugares sin luz…, huyendo de los otros, de su irritación o su piedad”. (pág. 47).
Eduardo, había viajado a las orillas del mar para fortificar su cuerpo, respirando aire puro del océano, con la esperanza de someterse a una intervención quirúrgica de alto riesgo. Comentaba a su amigo el tigre, llamado Gabriel: “Nadie pensaba que yo era un niño mentalmente más maduro que los otros. Que mi parálisis desarrollaba con mayor intensidad mi raciocinio… (Pero), tanta era la debilidad, que mi cuello casi no sostenía la cabeza. (Aquí) vine por dos motivos, dice: primero, para estar escondido de los demás. Segundo, porque el aire del mar me fortifica y entonces podría operarme muy pronto”. (pág. 50).
Después de la operación de Eduardo: El final de esta novela, es triste y conmovedor: “Despertó y vio que era de día. Había sol allá afuera y el cielo estaba muy azul… Anna se aproximó presurosa. Sabía la verdad. No había más esperanzas, la operación había tenido éxito, pero los médicos movieron la cabeza cuando después de tres días la fiebre los asaltaba abrumadoramente. –Neumonía… No, no había nada que hacer. Lo necesario no se había negado. Ni siquiera un milagro…”. (pág. 94). Eduardo, emprendió viaje a la eternidad en un velero de cristal lleno de sueños y esperanzas extraviados en la vida.
Como conclusión, motivar a mis amables amigos; leer y valorar esta creación literaria, porque transmite implícitamente mensajes y enseñanzas para las familias que tienen hijos/as con alguna discapacidad física o psicológica en el hogar. No olviden proveer a estas personas amor, cuidado, comprensión y solidaridad en toda circunstancia, sin encerrarlos en el abandono y soledad u ocultarlos en la oscuridad ante las demás personas…

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