miércoles, mayo 8, 2024
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Ni elecciones ni magistrados

A lo largo del año que está en vísperas de terminar, la ciudadanía estuvo atenta a los anuncios acerca de reforma de la justicia y cambio de los magistrados, en cuyas manos se encuentran la libertad y la tranquilidad de todos los pobladores y el prestigio del país. Se insistió hasta el cansancio en que era necesaria una reforma de la justicia y un cambio de sus administradores, así como la convocatoria a un acto electoral popular que le permita al pueblo elegir a los magistrados.
Para alcanzar esos objetivos, la población recurrió a toda clase de recursos y responsables del gobierno estatal no dejaron de alentar el cumplimiento de esa necesidad nacional, ya que es absolutamente imprescindible tanto cambiar la justicia como contar con altos administradores, tomando en cuenta que hubo denuncias sobre irregulares actividades en tal ámbito.
Se discutió principalmente que no existe independencia judicial en el país, por decisiones de los últimos gobiernos. Se habló también de violaciones a la Constitución Política del Estado, corrupción, dependencia partidaria y otros. Mientras tanto, por otro lado, se aseguró que se cumpliría con disposiciones constitucionales que obligaban a llamar a elecciones para que otros magistrados reemplacen a los que ya cumplan su mandato. En fin, se trataba de una serie de argumentos que permitirían restaurar un orden judicial de acuerdo con las necesidades del país.
No obstante, a pesar de la gran campaña publicitaria, las proclamas gubernativas y los reclamos públicos, toda la estantería relacionada con dar solución a esos dos problemas, quedó en un cero a la izquierda y así va llegando el fin de año sin reforma de la justicia y sin la posibilidad de elegir a nuevos magistrados, lo cual daría continuidad al arcaico régimen, desde el Órgano Judicial hasta el último de los funcionarios.
Lamentar en detalle cómo se perdió el año en reformar la justicia en el país, sería superfluo, ya que no solo la justicia es protagonista sino también lo son otros inoperantes órganos del Estado Plurinacional.
El fracaso en cumplir esos objetivos puede tener una interpretación más amplia y varias causas, como la crisis a la que arrastró al país la política populista, sistema ideológico que destruye todos los valores principales de la sociedad. Por ello el populismo debe ser sustituido por otro, con urgencia, antes que sus efectos sigan destruyendo los cimientos de la nacionalidad y, en particular, de la justicia, que es el fundamento de todas las virtudes sociales.

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