sábado, mayo 18, 2024
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Totora del Titicaca fue usada en expediciones transoceánicas

La totora del lago Titicaca, la planta milenaria usada como materia prima fue empleada antes de la contaminación ambiental para la construcción de grandes embarcaciones en prolongados viajes de expediciones transoceánicas que confirmaron una posible colonización de la Polinesia desde América, por los rastros arqueológicos de los incas encontrados en la Isla de Pascua del océano Pacífico, donde habitó la etnia Rapa Nui.
El navegante noruego Thor Heyerdahl, fallecido en 2002, año que se inició según los comunarios la contaminación ambiental en la bahía Cohana, se hizo célebre por la expedición denominada Kon-Tiki de 1947, con la embarcación del mismo nombre que fue construida con plantas y materiales naturales. Navegó aproximadamente 4.300 millas desde Suramérica hasta las islas Tuamotu en la Polinesia Francesa.
La memorable travesía en alta mar demostró al mundo científico que es posible que no pudieron existir razones técnicas importantes, que hubieran impedido que los habitantes suramericanos prehispánicos, se hayan podido establecer en las islas del Pacífico.
La información colectada de los registros que permanecen en la isla Suriqui del lago menor del Titicaca, donde habitaron por generaciones expertos constructores de grandes embarcaciones construidas con la milenaria planta de la totora, detalla que la expedición Kon-Tiki, después de 101 días de navegación por el océano Pacífico colisionó el siete de agosto de 1947, contra un arrecife en Raoia en las islas Tuamotu de la Oceanía.
Los seis tripulantes de la embarcación sólo tenían como tecnología algunos equipos de comunicaciones y para alimentarse, se proveían de lo que pudieron pescar en el mar. Con esta expedición se pudo demostrar cómo los pobladores antiguos de América pudieron haber navegado en alta mar con embarcaciones hechas de totora.
Sin embargo, en las últimas dos décadas la contaminación ambiental, calificada como un desastre ecológico por la imposibilidad de restaurar los ecosistemas de la fauna y flora de la región lacustre, impide usar los totorales para la construcción de embarcaciones transoceánicas, “porque la planta se ha debilitado y ya no es resistente como hace décadas”, aseveró Gerbacio Quispe de la isla Suriqui del lago menor del Titicaca.
Explicó que los artesanos de Suriqui pudieron percibir que la totora se debilita y se seca por lo que es inutilizable para la elaboración de artesanías ornamentales y utilitarias. Recordó que en el jallupacha (tiempo de lluvia) del 2002, una intensa precipitación pluvial ocasionó inundaciones no registradas antes y que acarreó kilos de basura desde las ciudades de El Alto, Laja y Viacha.
A partir de ese año, comenzó a llegar al lago menor aguas contaminadas y basura que se extendía por el sector de Pampa Cohana, añadió el comunario. Aseguró que, actualmente, sería imposible recolectar grandes cantidades de totora para construir embarcaciones que surquen los océanos, porque la totora se ha secado y debilitado.

TOTORA EN LA ISLA DE PASCUA
Quispe mencionó que Heyerdahl descubrió en la Isla de Pascua en 1956 construcciones con características de los incas, esculturas monolíticas similares a las de Tiwanaku y lo más sorprendente, plantas acuáticas como la totora del lago Titicaca. También encontró embarcaciones hechas de totora, la planta acuática del lago sagrado de los Andes.
Con estos hallazgos amplió su teoría que remarca: “no sólo es posible para los primitivos americanos haber navegado por el Pacífico hasta los archipiélagos polinésicos de Oceanía con el apoyo de las corrientes marinas y los vientos, sino que hay constancias de su presencia en la Isla de Pascua como así mismo, en la historia antigua de Perú, respecto de una expedición inca por el Pacífico de 1462”.
Después de sus descubrimientos el célebre navegante noruego, abandonó la Isla de Pascua en 1956, y profundizó su investigación a otras islas de la Polinesia (Henderson, Pitcairn, Mangareva, Raivaevae, Tubuai, Tahiti, Raiatea y Marquesas), donde encontró monumentos piramidales y esculturas monolíticas, no tan grandes como los llamados moai de Pascua, pero sí con algunas similitudes de la cultura Inca.
El isleño de Suriqui remarcó que con estos registros, la hipótesis de Heyerdahl adquierió una nueva perspectiva: “los americanos antiguos no sólo navegaron el Pacífico dejando vestigios de su presencia, sino que también, colonizaron la Polinesia Oriental”.

LAS EMBARCACIONES
Posteriormente, el experto noruego condujo otras expediciones como la RA I y RA II para demostrar que los antiguos egipcios podrían haberse comunicado con América. En mayo de 1970 se propuso navegar desde Marruecos en un barco hecho de papiro por el océano Atlántico.
Su siguiente travesía la realizó en la embarcación Tigris que fue construida para demostrar que la Civilización del Valle del Indo, en India pudo haberse conectado con la Mesopotamia. Esta embarcación fue incendiada deliberadamente en Yibuti, el tres de abril de 1978 como una forma de protesta en contra de las violentas guerras de cada lado del Mar Rojo y África.
Otras réplicas que se encontraban en la isla Suriqui, en un museo precario que tenía la comunidad hasta hace unos años, mostraba la nave Uru que junto con la expedición del mismo nombre fue dirigida por el español Kitín Muñoz en 1988 en un intento de llegar a la Polinesia, desde las costas chilenas.

EN LA ISLA SURIQUI
Kitín Muñoz, otro navegante y expedicionario, construyó con los habitantes de la isla Suriqui, otras embarcaciones de totora como la Mata Rangi I en 1997 y la Mata Rangi II, hecha también de totora del Titicaca, que en 1999 logró llegar desde Arica hasta las islas Marquesas en la Polinesia francesa.
“Varias de las embarcaciones expedicionarias fueron construidas con el uso de la totora del lago Titicaca por habitantes de Suriqui, también se utilizaron otros juncos o tallos de Suramérica, pero los totorales demuestran una gran resistencia al agua del mar, por tratarse de una planta acuática milenaria”, dijo el artesano y constructor de balsas, Leonardo Esteban.
Esteban explicó en una entrevista anterior, que la totora ha cambiado al igual que el clima en el lago Titicaca, y mientras continúa la sequía, los totorales se secan con mayor intensidad y es probable que no se recuperen totalmente.
Los tallos ya no son tan fuertes como los usados por toneladas en la construcción de las embarcaciones transoceánicas de diferentes expediciones, agregó. Informó que la habilidad de construir balsas es una tradición de los habitantes de la región lacustre, pero los isleños de Suriqui participaron en algunas expediciones y en el lugar continúa instalado un astillero, donde se construyen los botes y lanchas que navegan el lago Titicaca. (Isla Suriqui por Edwin Conde Villarreal)

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