La calidad y el precio de los productos nacionales dependen de factores como la «competitividad», que induce a las empresas a mejorar para obtener ganancias. En ese sentido, es importante contar esencialmente con recursos humanos y tecnología, que en una mayoría de los casos es importada o llega directamente con las inversiones.
Estamos de acuerdo con que la producción nacional merece el apoyo de todos, comenzando por el gobierno nacional, siguiendo con los empresarios y la población consumidora, si se tiene en cuenta que la otra puede estar en el extranjero mediante las exportaciones.
La competencia comercial no es solamente entre las empresas asentadas en el territorio nacional, sino también con los productos que llegan de otros países. En consecuencia, para evaluar la calidad y los precios hay que tomar en cuenta tal situación, entre otras.
El contrabando es una de las lacras que atenta contra de la producción nacional porque obliga a abaratar los precios. Tomando en cuenta ese problema y a fin de aumentar los ingresos para el Estado, fueron adoptadas medidas aduaneras. Creemos que el contrabando sigue creciendo, mientras las recaudaciones aduaneras bajan. Es decir que por el contrabando los comerciantes desvían el pago de impuestos. Lo cierto es que los productos de contrabando –particularmente ropa de segunda mano–, siguen apareciendo en mercados informales y hasta en tiendas céntricas.
En ese ambiente hay mercaderías que llegan de países vecinos y de otros continentes, que por su precio son accesibles para un público empobrecido por la crisis económica actual. Se suma a ello que, en muchos rubros, tiene mejor calidad el producto que llega de otras naciones.
Al respecto se difunde cada cierto tiempo publicidad para inducirnos a consumir productos nativos. En ello todos estamos de acuerdo, pero lo menos que podemos esperar es que los precios sean aceptables y la calidad indiscutiblemente mejor. Finalmente, el público comprador es el que define y cuando se le ofrece artículos extranjeros de acuerdo con el presupuesto familiar, suelen ser los preferidos. Esta es una verdad que no se puede ocultar.
¿Dónde están, entonces, las soluciones? Verdaderamente no hay una respuesta fácil, pero es deber del gobierno establecer políticas para cada rubro. No basta saber que necesitamos exportar, si lo que tenemos es poco y con calidad y precios no competitivos. Sin embargo, es urgente encontrar soluciones para evitar la desaparición de industria nacional y la consiguiente pérdida de empleos.