viernes, mayo 17, 2024
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Empresariado y sindicato

Si no habría empresa, o emprendimiento particular, no habría empleo digno y seguro, con ingreso estable y seguridad social, en países como Bolivia, que no están atados a la dictadura socialista. Con salarios que costean, de una u otra manera, los requerimientos del cotidiano vivir de los trabajadores. Que generan, quiérase o no, empleo y contribuyen al bienestar social. Manejan planillas de sueldos y salarios de acuerdo con la situación económica del país.
Tampoco habría la necesidad de un ente representativo laboral. “Los sindicatos saben que necesitan de las empresas tanto como éstas de los sindicatos, y si alientan algún encono es contra cierto tipo de empresas debido a las formas de trabajo en ellas prevalecientes” (1).
El objetivo fundamental del sindicato es defender los intereses específicos de sus afiliados. Buscar condiciones apropiadas para que realicen sus labores. Velar por mejores condiciones de vida. Gestionar, sin extralimitaciones, incrementos salariales, según el costo de vida. Sin inmiscuirse, obviamente, en actividades políticas.
Los detractores del empresariado son aquellos que se nutrieron con teorías estatistas. Que promovieron, con vehemencia, la confrontación entre poseedores y desposeídos. Que tuvieron aversión a los que invirtieron por el bien común. El objetivo siempre ha sido acabar con el emprendimiento privado. “El empleador tiene la obligación moral –no se concibe una política y menos una economía sin un mínimo de moral– de pagar salarios justos, de no mantener capitales dormidos o improductivos, y en tanto que haga sus inversiones, ha de precautelar, sobre todo, el bienestar de la colectividad de la que él forma parte” (2).
Lo hicieron sin tomar en cuenta que “el sector privado sostuvo la economía en 2020, y lo hará este año (2021) y el siguiente también, debido a que las condiciones del Gobierno no serán de las mejores en términos de ingresos y recursos; ya que sus gastos son inflexibles. El gobierno no podrá empujar el carro de la economía, como años anteriores, por lo que requerirá el apoyo del sector privado”, según comentario del economista José Gabriel Espinoza (3).
Los detractores piensan que, confiscando empresas, se solucionarán los problemas más apremiantes del mundo. Hablan, permanente y sistemáticamente, en nombre de los trabajadores, del proletariado y de los pobres. “Los últimos serán los primeros”, alegan. Pero, en la hora de la verdad, nada significativo hicieron. Muchos están inmersos, como siempre, en la pobreza y lejísimos del “paraíso terrenal”, que les prometieron. Desgraciadamente, el empresariado no goza de garantías en países donde rige el socialismo. Jamás tuvo libertad para desarrollarse. La amenaza e intimidación restringieron sus actividades de crecimiento.
En suma: empresarios y trabajadores se deben complementar ahora más que nunca.

NOTAS
(1) René Ballivián Calderón: “El futuro de la empresa privada”. Talleres de Cooperativa E. Burillo Ltda., La Paz – Bolivia, 6/4/1972. Pág. 15.
(2) Jaime Zeballos Pastén: “La relación obrero – patronal”. La Paz, Bolivia, 24/7/1986. Pág. 15.
(3) “Mercado para bonos soberanos con dificultades por pandemia”. EL DIARIO, La Paz – Bolivia, 8/1/2021.

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