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¿Vivimos en un Estado Constitucional de Derecho?

Lo que viene sucediendo en el país es algo que verdaderamente preocupa y debería llevarnos a una profunda reflexión… ¿Qué país queremos o cuál es nuestra perspectiva? ¿Es vivible o solo se sobrevive? ¿Qué deberíamos hacer?
He aquí algunos de esos aspectos; los del occidente, demandan una mayor atención e inclusión por parte del gobierno, pero a la vez, reniegan contra quienes nos han conquistado hace más de 500 años (dicen que con los españoles, llegó el racismo, la explotación, la opresión y el esclavismo), existe en algunos casos un resentimiento nocivo y se creen (ahora) con el tupé de querer imponer ciertas líneas de pensamiento o, mejor dicho, acciones de desquite, muchas veces son posiciones (desacertadas) que guardan bastante rencor, actitudes como de los “ponchos rojos” que amenazaron con ‘chicotear’ a quienes participen del cabildo nacional por la “libertad y la democracia” (realizada el 25/01/23), o el hecho de que caven zanjas en el camino a Chonchocoro, para impedir que Camacho reciba visitas, son inadmisibles y ponen en entredicho el rol del Estado Constitucional de Derecho.
Según la SCP 1.714/2012, este Estado, se caracteriza, entre otros aspectos “por la fuerza normativa directa de los principios, valores y reglas contenidas en las disposiciones legales del bloque de constitucionalidad; asimismo, la CPE, es jerárquicamente superior a cuantas normas existan, porque ciertamente emana de un poder cualificado como es el poder constituyente…”.
En cambio, los del oriente, aunque se les puede criticar por ciertas prácticas o posturas, pero no se escucha que exista tanta bronca hacia los ibéricos; por lo contrario, se concentran y desarrollan sus actividades con mayores niveles de cohesión, de solidaridad, incluso a la “hora nona” se muestran más conciliadores.
Sin embargo, pareciera ser que el nivel central se ha ensañado con ellos, a guisa de ejemplo, es llamativo que el gobierno haya adjudicado la administración de la mina San Cristóbal a una empresa canadiense y no a empresarios cruceños (según versión del empresario potosino Orlando Careaga); la violenta aprehensión de su gobernador Fernando Camacho, o la realización del censo, cuyo reclamo era justificado (reciben ingresos según los números del censo 2012, no obstante que su crecimiento poblacional ha sido exponencial), el gobierno no dio brazo a torcer.
Arce Catacora tiene un discurso poco pacificador, la cultura de paz (Art. 10.1 de la CPE) solo es un slogan, el presidente no se cansa de azuzar sobre el dizque golpe de Estado o los hechos de Senkata y Sacaba, o que la derecha nuevamente quiere dar un golpe de Estado, estas expresiones lo único que hacen es profundizar las brechas.
Se nos avizoran problemas, y no podemos seguir “odiándonos”, se necesita del concurso de todos, como diría la filósofa española Adela Cortina (autora de “Ética cosmopolita. Una apuesta por la cordura en tiempos de pandemia”), nacemos en cualquier parte del planeta, nadie ha elegido dónde nacer, al fin y al cabo “somos ciudadanos del mundo”. El filósofo cínico Diógenes de Sinope (412-323 a.C.), famoso por encender una lámpara en pleno día y pasear, decía buscar al hombre, cuando se le pregunto ¿de dónde venía?, señaló categóricamente “soy ciudadano del mundo”.
Cortina, explica que “nada de lo humano puede quedar fuera de nosotros”, las personas y los países se necesitan, los grandes problemas como la pandemia, el cambio climático, el cíber crimen, las migraciones, el narcotráfico y otros, requieren del concurso de todos.
Dicha autora señala, que si bien es cierto vivimos en contextos plurales, empero, existen retrocesos, es decir, se están exacerbando los tribalismos, chovinismos, nacionalismos, independentismos, los cotos cerrados; estos escenarios tienen una tendencia en común, se trata de la exclusión del otro.
El sociólogo alemán Ulrich Beck, manifiesta que no podemos mirar solo nuestro pequeño terreno, ese es un grave error, hay que saber lo que pasa en el orden mundial, a fin de tener una mirada cosmopolita.
Un Estado ideal es donde exista interdependencia entre las personas y los países. En los tiempos de la pandemia (Covid-19) se ha necesitado de médicos, paramédicos, nutricionistas, de personal de seguridad y otros, donde ha sido fundamental la solidaridad y el apoyo mutuo entre todos.
Pese a nuestras diferencias, debemos propender a buscar la unidad, más allá de ser cambas, collas, chapacos, guaraníes o de otras nacionalidades, tenemos muchos lazos en común, somos humanos y nada de lo que es humano, nos puede ser ajeno. Por ejemplo, si uno ha nacido en una región pobre y se muere de hambre, resulta un exabrupto que alguien diga: “mala suerte, ese no es mi problema”.
Hay que ser capaces de construir una verdadera democracia, que integre a las personas, no que excluya y el Estado Constitucional de Derecho sea refrendado.

El autor es Politólogo – Abogado y Docente Universitario.
rolincoteja@gmail.com

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