jueves, mayo 16, 2024
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Las selfis, la soledad y la cultura del hedonismo

El Siglo XXI, con todos sus avances tecnológicos, ha traído consigo un sinfín de nuevas formas de comunicación. Las redes sociales y las aplicaciones de mensajería ya son parte indispensable de nuestro diario vivir. Nunca antes la humanidad se había encontrado tan intercomunicada, y a la vez, nunca antes se había encontrado tan sola. Es este contexto de soledad que rodea a la sociedad que nacen las denominadas “selfis”. A primera vista nada tendrían de malo, pues no pasa de sacarse una simple fotografía en determinadas circunstancias, para luego compartirla con sus “amigos” en las distintas redes sociales.
Los expertos en comportamiento humano y varios psicólogos han expresado su preocupación debido a que este comportamiento ha generado una especie de conducta repetitiva y constante de autorretratarse a cada instante y en todo lugar, por el simple hecho de hacerlo. Es más, en algunos países de Europa y en EEUU esta conducta ya está siendo tratada como un desorden obsesivo-compulsivo.
Las “selfis” se han convertido en una actividad “cuasi” obligatoria que debe realizarse día tras día. Para muchos es una simple diversión, pues solo se trata plasmar momentos y circunstancias importantes de su vida e inmortalizarlas en un autorretrato para luego compartirlo con amigos. Hasta ahí, no habría mayor problema, ya que es, básicamente, una forma de comunicación o de expresión; pero para muchos otros las “selfis” se han convertido en algo que va más allá de una mera diversión, ya no es solo sacarse una foto, es vivir por la foto.
Me explico. El ser humano, al encontrarse en una soledad constante y absorbente, necesita ser reconocido y escuchado. De esta manera, “el yo” se pone por encima del “nosotros”; solo la realización personal es importante, aunque esta supuesta realización esté ligada a un hedonismo extremo, pues nadie puede estar por encima de ese “yo”, y peor aún, nadie puede juzgar comportamientos, aunque éstos sean aberrantes. Es de esta manera que la sociedad hiperconectada termina viviendo en una paradoja extraña, pues miles de personas se encuentran conectadas mediante Internet y las redes sociales y, a la vez, se encuentran en la soledad más profunda detrás de pantalla de sus “smartphones”.
Esta soledad está llevando a las nuevas generaciones a convertirse en personas auto referenciales, sin vínculos con el prójimo y que solo buscan su autosatisfacción y su propio bienestar; inmersos en un egocentrismo triste y con una indiferencia hacia el prójimo alarmante. La solidaridad, el respeto y el amor ya no son valores necesarios y, por ende, pueden ser obviados y hasta olvidados.
De esta manera la humanidad poco a poco se va deshumanizando; las “selfis” son solo un síntoma de una terrible enfermedad que va destruyendo poco a poco nuestra sociedad. La razón de todo esto es simple: mientras más solo se encuentre el ser humano, es mucho más fácil de manejar y manipular.
Los autorretratos obsesivos hacen que la persona solo se enfoque en sí misma, en su propia belleza o su propia postura, sin importarle, en lo más mínimo, su entorno. Insisto, lo único que interesa es sacarse una foto; ya no se mira al prójimo, por el simple hecho de que ya no se lo ve, no es primordial y en muchos casos ni siquiera es visible.
Creo, firmemente, que la cultura individualista existente en este Siglo XXI construye desiertos y tristezas en medio de la sociedad, acompañadas de una “selfi”, maquillando su soledad con una sonrisa exagerada y con el sello de alguna aplicación para teléfonos inteligentes.

El autor es Teólogo y Bloguero.

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