martes, mayo 14, 2024
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Un despropósito político

¿Qué se lograría asumiendo actitudes revanchistas?, fue la pregunta del millón. La respuesta giró en torno a sembrar zozobra, miedo e incertidumbre en la población del oriente y occidente, con una importante presencia de cambas y aymaras, en el territorio nacional. Ostentar, asimismo, fuerza pública y acciones intimidatorias, ante quienes piensan diferente. Sentar precedentes para que nadie, en el futuro venidero, levante la voz de disentimiento. Como en aquellos países de la región, donde el autoritarismo ha excluido la libertad de expresión. Donde la democracia fue limitada al servicio de unos cuantos omnipotentes. Donde los opositores fueron encerrados en penales de alta seguridad.
En consecuencia, los políticos se han convertido en elementos que, a título de postulados programáticos e ideológicos, solo profundizaron el divisionismo entre los bolivianos, atentando flagrantemente contra el ideario de unidad nacional. Con ello queremos significar que, con actitudes sectarias, obstruyeron la integración, sin regionalismos, que tanto anhelaba el país, desde tiempos remotos. Inmersos, permanentemente, en pugnas internas, marcaron el retroceso en el afán histórico de construir una sólida y única Bolivia. Y nada menos que en democracia.
“El país de ayer, con sus glorias, sus triunfos y sus fracasos, forjado en el yunque de las tradiciones y grandes virtudes del pueblo boliviano, es la Patria de siempre, que estamos obligados a preservar y mantener por encima de cualquier circunstancia y más allá de cualquier adversidad”, señaló la presidenta de la República, Lydia Gueiler Tejada (1).
No tuvimos, en los últimos tiempos, políticos, de izquierda ni derecha, que hayan ratificado su vocación de servicio a la Patria, de manera desinteresada e incondicional, salvo raras excepciones. Tampoco a quienes, en el pasado mediato e inmediato, se hayan despojado de sus intereses particulares, por el bien común. Ni que se hayan manifestado, con firmeza, a favor de la democracia, que se funda en la libertad y no en el hecho de multiplicar presos políticos. Menos se pronunciaron abiertamente en defensa de los Derechos Humanos.
“Cincuenta años después, la mayoría de los principios consagrados en el mismo (Declaración Universal de Derechos Humanos) han sido política y jurídicamente aceptados por la comunidad internacional en su conjunto, al tiempo que se han enarbolado sin reservas por parte de todas las sociedades civiles del mundo en la defensa de sus derechos humanos”, decía, en la década del 90, el conocido intelectual, Carlos Villán (2).
Los políticos angurrientos, que llevaron al descalabro a Bolivia, inspirados en libretos ajenos a la realidad nacional, siempre se aferraron del Poder, unas veces con intenciones de perpetuarse en él y otras para seguir medrando a costa del erario público. Con ese propósito han silenciado, con la persecución y la cárcel, a quienes piensan diferente.
En suma: habría que acabar con el canibalismo político.

NOTAS
(1) “Mensaje Presidencial de Fin de Año” – Año del centenario del Litoral cautivo –. La Paz – Bolivia -, diciembre 31, de 1979.
(2) “Política Exterior” – Revista bimestral editada por Estudios de Política Exterior S. A. -. Madrid, España, marzo – abril de 1999. Vol. XIII, Núm. 68, Pág. 144.

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