jueves, mayo 16, 2024
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Gastos extras del Gobierno requieren tino y responsabilidad

Experiencias de muchos Gobiernos del Tercer Mundo, han dejado costumbres ajenas a lo honesto, correcto y práctico: gastar, dilapidar, no tener tino ni medida con el dinero del país puesto a su administración y responsabilidad y ante cualquier reclamo, exclamar: “No se podía dejar de lado estos gastos”. Claro, no cabían las dotes de cautela, tino, sentido de ahorro y prudencia; pero, ¡caben los gastos si se quiere obras! Esta es realidad vivida en mucho tiempo.
Criterios basados en la prudencia, enseñan que no se debe recurrir a dinero que esté alejado de presupuestos y que provenga de excedentes de producción o ahorros generados para emprender alguna nueva obra, porque se deja antecedentes que, más temprano que tarde, aumentarían el déficit ya existente. Orden y delicadeza en el manejo de dinero de la nación es indispensable. Como en el caso de la rajadura de una represa que, “si no se arregla, resulta ser el inicio de desbordes o destrucción, perdiendo los contenidos”. El dinero es como el agua que se desliza entre los dedos de una mano cuando se pretende retenerlo. Presupuesto mal usado, arrastra hasta lo destinado a cuestiones más importantes.
Honestidad y prudencia obligan a no usar dinero que no esté destinado a cuestiones específicas, porque hacerlo implica desviar fondos, tergiversar la buena fe de los que han confiado en quienes manejan los medios financieros. Cuando el gobierno se ve imposibilitado de usar dinero que no es suyo, podría hacerlo previa autorización de la comisión congresal respectiva, para evitar ulteriores llamadas de atención.
El pretexto de “gastar sin medida lo que el gobierno deberá reponer” es irresponsable, porque lo que haga el gobierno debe provenir forzosamente de dinero del país, no es efecto de donativos o de “cuentas milagreras” que no se tiene. Cuando se trata de explicar los destinos dados a recursos económicos extra-presupuestados, las rendiciones de cuentas deben ser claras, sin ápice de dudas; lo contrario da lugar a sospechas sobre engaños, trampas, sofismas y otras formas de oscuridad creadas por inventivas o signos de hacer daño.
Se debe convenir que cuando no hay los debidos respetos a la institucionalidad, se presentan desórdenes en los manejos económico-financieros, como ha ocurrido muchas veces. La institucionalidad permite controles muy estrictos y no acepta lo provisional, por más justificaciones que sean esgrimidas cuando se trata de dinero estatal que debe ser intocable, por ser parte indivisible del presupuesto.

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