domingo, mayo 19, 2024
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Moda actual: cabildo

Está aconteciendo lo que sucedió con la huelga de hambre, ya hace bastantes décadas. Bien se sabe que esta extrema medida, de larga data, pudo lograr la consecución de una serie de objetivos sociales buscados especialmente por los sectores laborales y la población toda cuando se trató de oponerse a gobiernos tiránicos. Con el transcurso de los años se fue desvalorizando, pues aquello de “ayuno hasta las últimas consecuencias”, dejó de ser tal, al extremo de que llegaron a decir que “salían gordos” de tales huelgas, puesto que, con la ya muy proverbial picardía criolla, llevaban en termos caldo de pollo u otros, con el fin de “alimentarse”. Hoy ¿quién cree en las huelgas de hambre hasta las últimas consecuencias?
Posteriormente aconteció con las caminatas de largo aliento. La primera es la que acaeció durante la presidencia de Jaime Paz, cuando los indígenas de las tierras bajas, del hasta entonces “invisibilizado” oriente profundo del territorio patrio, con el coraje necesario tomaron la decisión de marchar desde las remotas selvas hasta la sede de gobierno. Era justificado ese sacrificio que hicieron; el propio Paz Zamora tuvo que trasladarse a recibirlos cuando ya habían llegado a los Yungas paceños. Luego arribaron a la sede de gobierno, y a su paso por la zona de Villa Fátima, tras haber descendido desde la gélida cumbre, fueron objeto de un recibimiento cariñoso y emotivo por los pobladores de esta urbe que les extendían gaseosas, alimentos, frutas y otros, inclusive con lágrimas en los ojos al comprobar que tales marchistas eran los hermanos de la otra Bolivia recóndita.
Con el paso de los años esa insigne acción también fue siendo desvalorizada, ya que con sui generis fines, sobre todo políticos, decían marchar, por ejemplo, desde las provincias altiplánicas de nuestro departamento, o de otros aledaños departamentos, pero no dejaron de ser una especie de chacota, dicen algunos vecinos capitalinos, ya que los que iban a cumplir con la “sacrificada” caminata hasta La Paz, se trasladaban en cómodos buses al lugar del que iban a partir. Al final, como apunto en “Hambre canina”, obra de mi autoría, no dejan de ser marchas y “contramarchas” con estrictos fines políticos, para contrarrestar a las que buscan reivindicaciones. Y digamos que también las desvalorizaron.
En estos últimos meses es el cabildo ciudadano. A partir de su aplicación en el departamento cruceño, específicamente, como tradicional bastión en las luchas contra el centralismo y el olvido al que eran sometidos por los gobiernos, iniciaron esa medida para alzar la voz ante las desatenciones y excesos gubernamentales. Este accionar –tal como sucedió con la huelga de hambre y las largas marchas hasta la urbe paceña– ya está siendo desvalorizado por el surgimiento de una especie de “contracabildos”. Al paso que se va, todos podrían organizar, quizás hasta por cualquier tema, un “cabildo”. El sector de choferes del transporte público de la urbe paceña ya lo hizo el viernes 14, y así seguramente otros segmentos sociales también lo harán. Al parecer es la moda, de acuerdo con el comentario de muchos ciudadanos azorados.

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