jueves, mayo 16, 2024
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Somos espectadores de secuencia de asesinatos

El triángulo del narcotráfico, Chapare, Santa Cruz, Beni, se está dando a conocer cada vez más con asesinatos por ajustes de cuentas. Los frecuentes cabecillas son brasileños o colombianos y los ejecutores o sicarios identificados son bolivianos. Los indicados extranjeros no caen en manos de la policía, tampoco los que dirigen los laboratorios de cocaína de alta pureza, lo cual es muy sugestivo. Se dice que el narcotráfico ha penetrado hondamente en niveles altos y medios de los organismos policiales y de ello no escapan ciertos niveles del gobierno.
En septiembre se han registrado muchos asesinatos generados por narcos, más un secuestro, lo cual es preocupante en cualquier país y es una clara evidencia de la peligrosa presencia de cárteles brasileños como el Primer Comando de la Capital (PCC) y del similar Vermelho. No obstante, el Ministro de Gobierno lo niega repetidamente, pero los sucesos lo desmienten. Esta penetración augura un presente y futuro penoso en que puede sucumbir el Estado y ser presa del narcotráfico, produciéndose con ello el desquiciamiento de la sociedad nacional.
El secuestrado ha sido Patricio Vásquez, vecino de Entre Ríos (Chapare) y supuesto agricultor. Fue plagiado por una deuda de 50.000 dólares, sin embargo, los narcos secuestradores pidieron el pago de la suma de 200.000 dólares o la entrega de 100 kilogramos de cocaína, lo que explica la calidad traficante de las partes. Vásquez sufrió la amputación de un dedo de la mano y se encuentra en una clínica. El principal del hecho, no detenido, es Rafael Mongollón, colombiano. La historia se repite. El de un tal Luján Sandro es otro caso. Se dio el lujo de exhibir una suma cuantiosa de dólares empaquetados y flamantes, para un tal “Alex”, y que se iba a invertir en una “fiesta” en Trinidad, Beni, según el video. Fue detenido en Cochabamba. El mismo Luján Sandro fue detenido en La Paz en 2019. No obstante, gozaba de libertad, aunque se trata de delito flagrante.
En San Matías, Santa Cruz, entre el 10 y 12 de septiembre, sicarios asesinaron a unos cinco individuos, bolivianos y brasileños, casi todos traficantes de droga. No se explica los hechos de sangre relatados sin la presencia de los cárteles brasileños mencionados, los que tienen cómplices y enlaces en el país.
Un análisis de la situación se explica por los pocos controles y vigilancia existentes. Los policías son fácilmente vulnerables ante la dádiva. Es de conocimiento público que algunos jefes del organismo policial han estado comprometidos con los narcos y otros fueron extraditados al Brasil. Por otra parte, en el exterior es conocido que con poco dinero se compra la impunidad o se es liberado, poco después de la famosa “detención preventiva”. Por añadidura, la cocaína está a disposición en el territorio y se la transporta en cantidades crecientes a los países vecinos. Este es un conjunto grave y problemático.

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