miércoles, mayo 8, 2024
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El último Inca y la caricaturización de Katari

En los últimos años en los círculos de la academia existe una pregunta que puede ser tormentosa, ¿qué pasa con las obras de la Biblioteca del Bicentenario de Bolivia (BBB)? Hasta el año 2019 se habían publicado 45 títulos, pero desde la gestión 2020, donde asume el actual director Jiovanny Samanamud Ávila, estas publicaciones se han retrasado notablemente. En tres años de gestión ha reducido la frecuencia de publicaciones casi a un tercio. La preocupación que se expondrá ahora se encuentra vinculada a un hecho más grave, la banalidad de la lectura y la historia.
Los recursos de la BBB han sido invertidos en algo distinto a su propósito original, una serie de cómics que se promocionan como “fomento a la lectura”; esta opinión no es contraria al consumo en general de cómics, ya que son un espacio de entretenimiento entre varias otras opciones que ofrece el mercado, pero son espacios de entretenimiento y no así constituye la lectura de un texto.
Confundir la lectura de un texto literario, histórico o académico, con un cómic, es creer que se fomenta la lectura solamente porque hay letras escritas sobre un papel. La ingenuidad de las autoridades del Centro de Investigaciones Sociales-Biblioteca Boliviana del Bicentenario causa estupor cuando en entrevistas, a diversos medios de comunicación, el director responde que hace más que un docente universitario por la lectura con su distribución de cómics. Si se analiza la política pública, uno puede notar dos elementos: primero, se trata a los jóvenes como si fueran tontos, que ellos no tienen que enfrentarse a los libros, sino para ellos hay cómics, en otras palabras, no hay interés en que se conozca la historia; segundo, se pretende construir una narrativa ideológica que no tiene fines académicos y/o políticos, sino una pretensión de adoctrinamiento. Deja como mensaje que no es necesario leer, sino más o menos, saber de qué trata: asumir la doctrina a priori. El director del CIS-BBB en sus intervenciones públicas crítica las utopías o a todo aquel que quiera soñar con algo diferente a la doctrina que se quiere imponer.
Tomando como ejemplo el cómic de Túpac Katari, se puede notar este fin. Es una edición comprada, la original titula “Indio”. Los autores del texto lo dejan muy claro en la publicación original cuando mencionan en la página de créditos que la obra fue comprada por el CIS-BBB y dicen: “esta que tienes en las manos es la versión sin censura, tal como originalmente fue pensada”. Una denuncia que en la versión de la BBB se censuró la obra para que se “acomode al formato de la colección”. A simple vista se quita del formato las burbujas donde el original hace referencia a que los personajes hablan en aymara, aunque el texto está escrito en español; aquellas referencias hechas a la lengua aymara también han sido suprimidas. Palabras como “santa biblia”, han sido solamente reducidas a “biblia”, utiliza deliberadamente la frase “el blanco” en los argumentos de los seguidores de Katari, generando expresiones racistas que no existían en el original.
Censura todos los insultos racistas que recibía Bartolina Sisa en su ejecución, invirtiendo el racismo. Además, que es una obra de menor extensión donde se recortaron muchas escenas que mostraban el lado sensible del conflicto, dejan el argumento exclusivamente en el horror de la guerra. Se modifica el final, donde en el original Bartolina dice: “Sería muy aburrido que alguien nos esté señalando todo, está bien, que ellos vivan esta vida escrita”, lo que hace referencia a la necesidad de cambiar el destino. La edición del CIS-BBB dice: “No somos pocos, Julián. Somos miles e incluso millones como estos últimos rayos de sol”. El final elude el principio crítico de la revolución y queda en una evocación étnica. El CIS-BBB genera una imagen distorsionada e ideológica de quien fue Túpac Katari.
A la presentación de los cómics se le ha dado prioridad por encima de las obras, la banalidad se ha impuesto por encima de los libros de la BBB. El entretenimiento es importante, pero no debe confundirse con la seriedad de la lectura y el estudio de la historia. Parece que la pretensión es ir para atrás, dejar de avanzar en la lectura y potenciar la construcción de una sociedad acrítica. Es necesario reflexionar lo que se hace con nuestra educación que se encuentra a la deriva. Quizá sea la demagogia del Inca y el menosprecio a Túpac Katari.

El autor es politólogo.

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