Contrariamente a lo que se podía esperar, las diversas poblaciones del país expresan aburrimiento y cansancio por el exceso de marchas, manifestaciones y protestas que se producen y que restan tranquilidad y sosiego a quienes solamente querrían trabajar y producir. Se dice que es como “pan de cada día” que uno u otro sector protesta, amenaza y grita en contra de autoridades o de medidas que considera arbitrarias. Por descontento o desconfianza, diversos grupos creen que el gobierno aparenta no encontrar cauces de solución para muchos de los problemas y, por su parte, políticos y corrientes que dicen denominarse de izquierda parecen creer que deben estar, de todos modos, en contra de quien gobierne.
Es evidente que hay muchos factores negativos que complotan contra la tranquilidad ciudadana y se puede decir que la mayor parte se debe a derivaciones de la pobreza que evita contentamiento en la población, que vive y conoce, por escritos y películas, los grados a que han llegado otras naciones que cuentan no solo con lo necesario. Por ello se anhela alcanzar igualmente estados de desarrollo y progreso, pero que son imposibles de conseguir en países que están en las órbitas de extremas o medias pobrezas, en las que los más sacrificados son niños y jóvenes que no pueden contar con lo que otros tienen a su edad.
Comunidades, pueblos y naciones son espectadores y hasta víctimas de marchas y manifestaciones que lastiman, tanto por lo inútiles como chabacanas que resultan y que se producen como si fuesen remedio a las situaciones problemáticas que todos querríamos sean resueltas, pero las condiciones generales no permiten ese logro. Lo grave de estas expresiones de marchistas y protestadores es que son aprovechadas por quienes profieren griteríos, insultos y hasta amenazas contra autoridades o contra quien sea para hacer más contundentes sus expresiones de descontento o pesar, aunque, dadas las circunstancias en que se vive, no surten los efectos deseados y que se querría. Sin embargo, todo muestra solo un camino: “resignación y constancia” (con estilo militar) o lo que, casi inútilmente, se exclama: paciencia y buen humor, dadas las condiciones en que se vive no solamente en nuestra nación sino en más de un 65% de la población mundial.