Al mediar el Siglo XX, la unión de la República Soviética deslumbraba al mundo y movilizaba las juventudes desde las universidades hasta los liderazgos revolucionarios y políticos y el campo se vaciaban a las ciudades donde bullía el progreso y las oportunidades para salir de la pobreza. Era el marxismo fundado en la concepción materialista de la dialéctica de Hegel, aplicada al proceso histórico y económico de la humanidad, es la base teórica del comunismo. El Estado cobró todos los privilegios del ser humano hasta transformarlo en un sujeto de sus intereses y objeto de su explotación, empezando por su libertad. Ensalzó el trabajo animando la lucha de clases para lograr un régimen colectivista en pos de la dictadura del proletariado.
Todo esto hemos pasado y visto y no hay explicación para el olvido. Cuando Atila pretendió conquistar occidente con sus huestes mongoles fracasó, occidente y su civilización continuaron hasta la aparición de Max Weber, el sociólogo alemán que, en pleno Siglo XX, enseñó que la historia y sociología se diferencian en que la primera hace a lo individual, y la sociología al interés científico de las mayorías. La primera guía a los caudillos, la segunda a las democracias.
Así, cuando en el ocaso del Siglo XX aparece Mijaíl Gorbachov, secretario del PCUS 1985, introduce históricamente sus proyectos liberadores en lo social y transparencia de la Unión Soviética, (Glasnost) y la reforma de la realidad económica de la URSS, (Perestroika), revelación que causó escándalo y reticencia al comienzo, pero concluyó con su aceptación y vino la disolución del sueño comunista del estado soviético. En Navidad del año 1991, siendo Mijaíl Gorvachov presidente de Rusia, junto con las encíclicas del Papa Juan Pablo II y el presidente de gran prestigio, del sindicato Solidaridad de Polonia, Lech Walesa, derrumban una iniquidad aborrecida por todos, el muro de Berlín, para la reintegración de Alemania, que estaba dividida en dos.
Tras tal epílogo que causó el giro del mundo, entramos en una dramática pandemia, causada por un virus originario de la Republica China. La pandemia por el Covid-19 se unió al histórico suceso mundial con su alta contagiosidad y mortalidad. El mundo desde el año 2019 queda abatido por la enfermedad causada por un virus y el sufrimiento mundial hizo olvidar la vergonzosa dictadura de Fulgencio Batista, que azotaba con cambios radicales, que soportaban estoicamente los cubanos, por lo que aumentaba la huida y el éxodo de la tierra bautizada como “la isla de la libertad” por José Martí, héroe patriótico de Cuba, insigne político, escritor y poeta cuya efigie fue remplazada por la del Che Guevara. Fidel Castro condujo la revolución por más de medio siglo, para sobrevivir tanto tiempo, aunque al final ese sistema no funcionaba ni para los propios cubanos.
El mundo apresado por la preocupación de la salud, pobreza, el confinamiento y las migraciones mundiales en busca de mejores condiciones de vida, soporta al final de su drama una nueva guerra, la invasión de Rusia a Ucrania, desatada por el líder soviético Vladimir Putin que, pese a su poder bélico, no pudo lograr hasta hoy un triunfo consolidado, tomando en cuenta el éxodo de sus habitantes a diferentes países.
Las mutaciones virales, llamadas olas, de diferente azote para la humanidad, agudizan el impacto a los valores de nuestra sociedad occidental y el sufrimiento que causa el éxodo de las migraciones de muchos, con los riesgos que ofrece para el futuro. Diferentes gobiernos dejan como saldo una incertidumbre, tanto por la conducta de la sociedad como de los políticos que luchan por dirigir a los países de América latina y Europa.
El 30 del mes de agosto falleció súbitamente, a los 91 años, Mijaíl Gorbachov, hombre fenomenal que logró en el Siglo XX cambios tan imposibles como los que necesita el mundo actual. Apreciamos estas realidades, entre las que se juega la felicidad de millones de seres humanos, entre los que nos encontramos nosotros, como en el Mito de Sísifo.