domingo, junio 16, 2024
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Seguridad alimentaria para los bolivianos

El mundo entero –y nosotros no estamos exentos- atraviesa momentos difíciles en la provisión oportuna y suficiente de alimentos. La pandemia de covid-19 había mostrado la fragilidad de los sistemas alimentarios del mundo y la invasión rusa a Ucrania generó controles gubernamentales a las exportaciones de alimentos.
Todo esto podría derivar en una mayor crisis alimentaria a escala mundial, por lo que, en el país, el gobierno junto a empresarios productores de alimentos –grandes y pequeños– deben unir esfuerzos para evitar la inseguridad alimentaria y sentar las bases de la soberanía alimentaria.
Las crisis alimentarias afectan a toda la población, pero son devastadoras para los sectores más pobres y vulnerables. Como nos lo explica el Banco Mundial, los países más pobres del mundo tienden a ser países importadores de alimentos, y los alimentos representan al menos la mitad del gasto total de los hogares en los países de ingreso bajos.
David Malpass, presidente del Banco Mundial, en un block de esta institución recuerda que la guerra de Ucrania desencadenó un alarmante aumento mundial de los controles gubernamentales a las exportaciones de alimentos. En medio de esta crisis, los responsables de formular políticas deben detener sus prohibiciones, que solo agravarán la crisis alimentaria mundial.
En el caso boliviano, el gobierno debe hacer efectivo el apoyo estatal para la producción de alimentos, asegurando de esta forma su disponibilidad.
El apoyo a los grandes productores de alimentos debe orientarse a asegurar su exportación, luego de satisfacer la demanda interna, sin restricciones. De esta forma, el país no solo atenderá los requerimientos internos, también podrá generar divisas por las exportaciones.
Cualquier riesgo de controles futuros en las importaciones solo se traducirá en una reducción de las siembras y cultivos, con los consiguientes efectos perjudiciales para todo el país.
Para ayudar a los pequeños productores agropecuarios, la primera tarea del gobierno será eliminar –en lo posible– el contrabando de productos como la papa, cereales y otros que llegan al país por la diferencia de precios que existe con los países vecinos.
Por otro lado, este sector productor debe tener los incentivos necesarios para poder abastecer los mercados internos con alimentos, sin interrupciones. Esto significa llegar a acuerdos con los movimientos sociales para que –por lo menos por ahora– dejen de lado sus presiones que se traducen en bloqueos de caminos.
Otro factor a considerar en estas acciones para garantizar el alimento diario de los bolivianos es crear más fuentes de trabajo. Existe la impresión de que el sector informal no podrá absorber más mano de obra sin el riesgo de deteriorar más sus ya magros ingresos.
El ejemplo lo tenemos a la vista: la feria de la 16 de Julio. Esta es la mayor expresión de la informalidad de la economía y el trabajo en el país. Cada que ingresan más informales a ofrecer algún producto o servicio, reducen más los ingresos de los ya asentados.
Esta realidad debe llevar al gobierno a pensar en promover la creación de más fuentes de trabajo formales. Y, como no tiene muchas posibilidades de hacerlo solo, debe buscar acuerdos de complementación con el sector privado para que sea éste el que invierta y genere empleo.
Los precios de los alimentos en el mercado internacional se están disparando. Datos de la FAO sobre la canasta de productos básicos (cereales, carne, productos lácteos, aceites vegetales y azúcar), muestra que alcanzó un máximo histórico de 159,7 dólares en marzo, frente a 141,1 el mes anterior.
La crisis alimentaria podría producirse más por los menores ingresos en los bolsillos del consumidor que por falta de alimentos en el mercado.
Las políticas alimentarias del país deben ser previsoras. Además de la pandemia del covid-19 y la guerra Ucrania-Rusia hay un riesgo mayor para todos. En El País de España se dice que las condiciones meteorológicas extremas, como por ejemplo las olas de calor, las inundaciones y las sequías prolongadas, ya han provocado varias conmociones en la producción agrícola y la disponibilidad de alimentos.
Tenemos mucho por hacer y este trabajo demanda un accionar conjunto. Como lo reiteré en varias oportunidades, insisto en que Gobierno, trabajadores y empresarios debemos tener una sola tarea: seguridad alimentaria y más empleos dignos.

El autor es Economista, licenciado en la UMSA, doctorado Ph.D. en Relaciones Internacionales de la Universidad del Salvador de Argentina y Académico de Número de la ABCE.

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