jueves, mayo 16, 2024
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Incendios forestales deben ser prohibidos en el país

Pese a las múltiples prevenciones que se hace en todo el país y año tras año, hay persistencia enfermiza por atizar en todo tiempo, hacer fogatas en las ciudades y sus alrededores alegando festejos cívicos y de mártires y santos, aunque no hay razón para ello. Alcaldías y Gobernaciones (prefecturas) indican que corregimientos y dependencias prefecturales vigilan tanto las áreas rurales como sus alrededores, pero campesinos y agricultores alegan “enriquecer la tierra con las cenizas dejadas por los incendios”, una mala costumbre que solo puede atribuirse a la ignorancia. Y se hace muy poco en escuelas para enseñar que tal extremo no es correcto y que el deber de todos es cuidar la tierra y liberarla del daño que causan el fuego y sus consecuencias, como son las cenizas y los desechos de árboles y plantaciones. Pero no se ha logrado colaboración alguna de las comunidades o de autoridades vecinales que, en algunos casos, fomentan esta manera de atentar contra la naturaleza.
Lo grave de esta situación es que los encargados de hacer cumplir las prohibiciones son carabineros de la Policía o soldados del Ejército, provenientes de las áreas agrarias, que deben ayudar para evitar incendios y deforestación que se incrementa cada año, mientras las autoridades se sienten impotentes para lograr resultados positivos. Ante situación tan compleja, correspondería que tanto carabineros como soldados sean procedentes de otros distritos para controlar y hacer cumplir las regulaciones, ya que se ha comprobado que componentes de las mismas comunidades nada hacen al respecto.
En las ciudades y lugares aledaños, bosquecillos son pasto de las llamas, por falta de acciones enérgicas para hacer cumplir las normas en cuanto a fogatas e incendios. Como muchos delitos, mientras impere la impunidad en ciudades y en las áreas rurales y bosques forestales, será imposible frenar delitos contra la naturaleza. Por otra parte, tampoco se tiene que usar químicos en arboledas, pensando que ayudan a preservarlas, porque los daños que causan son enormes. Por todo lo indicado, son los hogares, conjuntamente las escuelas con maestros debidamente formados, los que podrán frenar la deforestación y destrucción de tierras, bosques, selvas, plazas y espacios de recreo en las ciudades, por los peligros que ello entraña, porque también hay vientos que se encargan de trasladar las llamas (chispas de fuego) y formar nuevos focos.
La educación en los hogares y escuelas es muy importante para que las nuevas generaciones adquieran la formación debida, no solamente para sofocar o apagar incendios, sino para evitar su expansión a las ciudades, a lugares despoblados, a actividades industriales y otros sitios en los que las llamas, al atacar todo lo indicado, causarían daños incalculables.

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