domingo, mayo 5, 2024
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Crisis educativa compromete desarrollo económico de la región

La pérdida de aprendizaje provocada por la pandemia, debido al cierre de las escuelas, así como la capacidad lectora de los estudiantes ponen en peligro a la región, ya que la crisis educativa compromete el desarrollo económico de la región, según un nuevo informe del Banco Mundial-Unicef, en colaboración con Unesco.
El documento alerta que cuatro de cada cinco niños en América Latina y el Caribe no podrán comprender un texto simple, y por ello hace un llamado urgente a la acción para mitigar la crisis de aprendizaje tras el covid-19.
El nuevo informe, «Dos años después: salvando a una generación», recalca que estas pérdidas de aprendizaje podrían costar a los estudiantes de hoy una reducción en sus ingresos del 12 por ciento a lo largo de su vida.
Los niños de América Latina y el Caribe vivieron algunos de los cierres de escuela por covid-19 más largos y constantes del mundo. En promedio, desde el comienzo de la pandemia los estudiantes de la región perdieron, parcial o completamente, dos tercios de los días de clases presenciales, con una pérdida estimada de 1,5 años de aprendizaje.
«América Latina y el Caribe enfrenta una crisis educativa sin precedentes que podría comprometer el desarrollo futuro de nuestros países», dijo Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe.
«El hecho de que una gran mayoría de los alumnos de sexto grado tal vez no logre comprender lo que leen pone un signo de interrogación sobre el bienestar futuro de millones de niños que aún no desarrollaron competencias fundamentales críticas, algo que eleva el riesgo de profundizar aún más las desigualdades de larga data en la región», agregó.
Hace unos años atrás, el economista Bernando Fernández, en diálogo con este medio de comunicación, dijo que es importante trabajar en el capital humano, pues marca el rumbo de la economía de un país.
Señaló, en ese entonces, que mientras los países van en busca de capital humano, el país estaba rezagado en este tema.
El Gobierno recientemente rechazó ingresar a las pruebas Programa Internacional de Evaluación de los Alumnos (PISA), que evalúa la competencia lectora, así como la calidad.
Hace unos años atrás las autoridades nacionales informaron que avanzaban para evaluar la calidad educativa del país, pero a la fecha no hay resultados o no se realizó, el ejercicio para conocer el estado de la educación boliviana.

Informe
Los niños más jóvenes y vulnerables han sido desproporcionadamente afectados por estas pérdidas de aprendizaje, como muestra la evidencia más reciente a lo largo de la región, sentando las bases para una mayor desigualdad y una crisis generacional, señala el documento.
«América Latina y el Caribe ya perdió más de diez años de avances en términos de aprendizaje a causa de los dos años de cierre de escuelas por covid-19. Y esta catástrofe educativa sigue en marcha, día tras día», dijo Jean Gough, director regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) para América Latina y el Caribe.
«Si bien la mayoría de las escuelas de la región ha reabierto, vemos que demasiados niños no han podido regresar a la escuela a tiempo completo, y muchos de los que han regresado están perdidos. En ambos casos no están aprendiendo. Cerrar los ojos ante la crisis educativa más severa jamás enfrentada por la región perjudicará a los jóvenes de hoy y a todos nosotros a largo plazo», agregó.
En Bolivia se ingresó en primera instancia en una educación a distancia, pero luego se ingresó a la presencial, a pesar de la pandemia, y sin vacunas.
En 2020 se cerró las escuelas antes de fin de año, y los alumnos aprobaron por ley, lo que dejó muchos vacíos en el aprendizaje, y en el 2021 la educación no fue normal; y la pandemia dejó en evidencia que los profesores no estaban preparados para encarar una educación virtual, y menos en el manejo de la tecnología, a pesar de contar con laptops gratis, entregadas por el Gobierno.

Impacto
Para finales del 2021, cuando los sistemas escolares ya estaban comenzando un proceso gradual de reapertura de las escuelas, el impacto general sobre la escolaridad en algunos países seleccionados pareció limitado, con un aumento muy pequeño en la población no escolarizada (PNE) entre seis y 14 años, sin embargo, los riesgos de deserción escolar hacia el futuro requieren atención continua, señala el documento.
Si bien los efectos definitivos sobre la matrícula y la deserción aún pueden no estar claros, se calcula que la pandemia ha tenido un gran impacto en los resultados de aprendizaje y el desarrollo de competencias, con la consecuente erosión de las ya débiles bases de los sistemas educativos de ALC (América latina y el Caribe).
La pandemia también afectó a la salud psicosocial y al bienestar de docentes y estudiantes, a la vez que mostró la importancia de las competencias digitales.

Sugerencias

El regreso a la escolaridad y la recuperación de las pérdidas de aprendizaje requieren de la implementación de cuatro compromisos claros, alineados a este plan y a las prioridades a futuro planteadas por el GBM, el Diálogo Interamericano IAD, UNESCO y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
Esos compromisos incluyen: un compromiso con la escolaridad, para garantizar que ningún alumno se quede atrás y/o abandone los estudios; con el aprendizaje y el bienestar, para dar prioridad a las habilidades básicas y fomentar niveles adecuados de formación de capital humano a lo largo del proceso; con los docentes, para garantizar que los profesores sean valorados y apoyados en todo momento; y con la promoción y la financiación, en la medida en que la agenda de recuperación de la educación es una responsabilidad de todos y necesita recursos suficientes, y sabiamente utilizados, para su implementación.
El informe «Situación de la pobreza de aprendizaje a nivel mundial: actualización 2022», elaborado por el Banco Mundial, UNESCO, UNICEF, FCDO, USAID y BMGF, muestra que, en términos comparativos, la crisis educativa en América Latina y el Caribe coloca a la región en el segundo peor lugar a nivel mundial.

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