sábado, mayo 4, 2024
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Mirando con otra óptica

Hace unos meses, elaboré un artículo referente a cómo observaba el transcurrir de la vida mientras caminaba por el barrio, en función de “estirar” el sistema óseo-muscular a la par de escuchar –vía audífonos– un poco de salsa (mezcla de sonidos africanos y caribeños), la que me ocasionaba mentalmente “tirar un pasillito”, recordando los tiempos mozos.
Personas de la tercera edad en los portales, tomando un poco de Sol cuando el mismo va en pleno descenso; buses regresando de los colegios, deteniéndose frente a cada hogar, “descargando” a niños(as) con sus camisas o blusas un tanto por fuera, zapatos deportivos un tanto polvosos o enlodados, como una evidencia de haber aprovechado en demasía el tiempo de receso.
Cruzarme con personas sumadas a la disminución de calorías enfrascadas en ropa deportiva, gorras, anteojos oscuros, colgando en su brazo su Smartphone para medir: latidos del corazón, pasos caminados, kilometraje, y otros. ¿Las edades? Jóvenes, adultos y más que adultos.
Hoy las cosas han cambiado, evidenciado primero porque soy uno menos que transita por el pavimento; ¿otras evidencias? Mayor número de carros parqueados –anteriormente en la mañana calles vacías, diría que desoladas– que dificultan la pasada de aquel que vende helados haciendo sonar las campanitas, en aras que los niños al menos se asomen; de la vendedora de pan con su canasta sobre la cabeza erguida; del camión que divulga la venta de botellones de agua; el incremento de motoristas de entrega rápida de alimentos, medicinas; menos niños y niñas jugando fuera de casa y algo que me llama la atención es que todos o casi todos llevan su mascarilla o nasobuco, tratando de evitar con ello la adquisición de agentes infecciosos microscópico que se transmiten a través de gotículas (pequeñas gotas de secreciones que se expulsa de forma inadvertida por la boca y nariz al realizar acciones como toser o incluso hablar en voz baja o espirar).
¿Qué ha cambiado en lo personal? Darme cuenta de varios hábitos que constituyen una rutina, por ejemplo: una taza de café al despertar, a las 10 de la mañana y la tercera, tras dormir la siesta; no pueden faltar los 8 vasos de agua ( o de 2 a 3 litros diarios); “sumergirme” más tiempo en los medios audiovisuales de la casa; qué decir de las redes sociales, donde, por una parte, aprecias las contradicciones de las medias verdades o falsas noticias que “luchan” afanosamente por ganar la batalla de ¿la verdad?; por otra, el intercambio de memes criticando, con mucho humor, los errores de noticias, con mucha creatividad e imaginación que te arrancan fácilmente una carcajada anónima.
Visualizar –cuando entras a una red– el significativo aumento de personas conectadas (posiblemente en horario de trabajo o para “defenderlos” en horario de teletrabajo) como señal de agobio donde tal vez las condiciones de trabajo no sean idóneas, comparadas a su trabajo, por ejemplo: solamente verse sentado –como docente– durante horas, cuando en el aula de clase transitaba, a través de los espacios entre sillas o pupitres, largas distancias, hoy se reduce a posibles trastornos del sistema circulatorio o adquirir el Síndrome del túnel carpiano, producto del uso excesivo del mouse, provocándote entumecimiento, hormigueo, debilidad o daño muscular en la muñeca y los dedos de la mano.
Se me acaba el tiempo, los dejo ya que debo realizar mis aeróbicos en el interior de la casa, tratando de acumular pasos tras pasos, pedaleando, bailando con la profesora virtual, en fin, disminuyendo calorías y “gastando” ocios.

El autor es Licenciado en
Ciencias Pedagógicas.

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