viernes, mayo 3, 2024
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Falta de justicia por carencia de virtudes

En la mayoría de los pueblos del Tercer o Cuarto mundo hay gran preocupación por las fallas de la justicia, por la ausencia de jueces probos, fiscales honestos y personal judicial que carece de toda condición digna para atender al público y que se presta a cometer cualquier delito para conseguir beneficios que sean muy superiores a los montos percibidos por concepto de sueldo o salario.
Se confirma, en los países pobres especialmente, que las instituciones que han sido creadas para servir al público son campos propicios para la corrupción, debido a que los necesitados de atención “pagan lo que sea con tal de ser atendidos y, conforme a la magnitud del favor logrado, los montos se incrementan grandemente”. Se dice con justa razón: “La justicia hace más pobres a los pobres” porque se debe contar con mucho dinero o poder de cualquier naturaleza para ser atendido, para conseguir que la necesidad satisfecha lo sea total y debidamente si se quiere tener algún éxito, o ganar algo en cualquier trámite o gestión. Estas son realidades que campean en los tribunales de justicia especialmente y que hacen realidad el dicho “Vales tanto cuanto pagues”. En otras palabras, “consigues lo que necesitas siempre que pagues y cuanto más pagues, más beneficios recibes”.
La mayoría de las personas coincide en que la corrupción hace tabla rasa de virtudes y principios; es decir que es inútil esperar dignidad, honestidad y responsabilidad en quien no practica virtudes, en quienes no confían ni en sí mismas porque nada saben de lo que puede hacer que la justicia sea bendecida, requerida con libertad, confianza y esperanza. Y es que la justicia actual no tiene ni un ápice de caridad.
Equivocadamente actúan quienes esperan saciar su sed en una fuente llena de agua sucia, contaminada y capaz de ser portador de toda clase de enfermedades. Es muy importante la formación y educación de virtudes, que desde la niñez se entienda y quiera la moralidad y su contenido de cualidades y condiciones que conduzcan a la felicidad, limpieza y dignidad del ser humano. Que el respeto por los derechos ajenos sea parte importante de la vida, que la honradez y la responsabilidad sean partes sustantivas de la vida. Es necesario que quienes poseen poder, de alguna clase, tengan conductas acordes con la moral, la dignidad y el entendimiento de que el derecho de uno termina donde empieza el derecho de los demás, porque quien no respeta los derechos ajenos no lo hace con los propios y menos puede exigir que los demás crean en uno y en quienes conforman el núcleo familiar. Honremos el precepto: hermosa es la justicia cuando la acompañan la piedad y la caridad, dos virtudes dignas de ser aplicadas a uno mismo, con el pensamiento de que están dirigidas por la mano de Dios.

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