lunes, abril 29, 2024

Solo Dios basta

En la historia del cristianismo existen varios ejemplos de vida en santidad, donde la oración es utilizada como camino de salvación. La oración cristiana por antonomasia es el Padre Nuestro; también tenemos el rezo del Santo Rosario como uno de los sacramentales fundamentales de vida en oración y contemplación, pero a la vez existen innumerables obras de Fe que tienen un fuerte contenido contemplativo y de oración.
Teresa de Jesús es una de las santas más extraordinarias en la historia del cristianismo, su pasión por la oración la llevó a crear obras extraordinarias donde la Fe y la poesía entrelazaban líneas y versos. Una de estas bellísimas creaciones lleva el nombre de «Nada te turbe”. En esta pequeña reflexión analizaré, desde un punto de vista teológico pastoral, la primera parte de esta hermosísima obra de arte de la FE y de la literatura universal.
Santa Teresa de Jesús comienza está impactante oración con un profundo “Nada te Turbe”. En la historia de la salvación encontramos situaciones que podrían fácilmente perturbar el corazón humano; el Antiguo Testamento está lleno de ejemplos de Fe y templanza ante situaciones inciertas y hasta catastróficas: Noé ante el diluvio, Josué ante las murallas de Jericó o David ante aquel gigante. Todos ellos demostraron que, ante la incertidumbre, Dios calma el corazón y lo templa con su Amor.
“Nada te espante”, San Juan en su primera carta escribe: “En el amor no hay temor, el amor perfecto echa fuera el temor, pues hay temor donde hay castigo. Quien teme, no conoce el amor perfecto”. Debemos entender, a la perfección, que el miedo es el arma preferida del maligno para evitar que el creyente camine en estado de Fe y Gracia. El miedo nos paraliza y no nos deja avanzar, pero si tenemos la certeza de Dios podemos decir, al igual que el salmista, “camino por el valle de la muerte y tu vara y tu cayado me infunden aliento”.
Todo se pasa, dice un viejo refrán: “no hay mal que dure cien años”. Luego del genocidio ruandés, donde un enfrentamiento fratricida dejó como saldo la escalofriante cifra de al menos 1.000.000 de víctimas, a dicho país le quedaban dos caminos: seguir odiando o perdonarse mutuamente. Al final optaron por la segunda opción. Con el paso del tiempo Ruanda sanó sus heridas; el genocidio quedó en el recuerdo como enseñanza clara de que el odio no prospera y que al final todo pasa y solo Dios queda.
“Dios no se muda”; la creación y sus constantes milagros son las señales perfectas de la omnipresencia de Dios. Sus promesas son eternas y sus pactos perfectos. Es el ser humano que, en su flaqueza y falta de Fe, se aleja de Dios. A pesar de ello, Dios permanece aún en nuestra falta de Fe, firme a nuestro lado. Jesús antes de ascender a los cielos les dijo a sus apóstoles: «y he aquí que yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”. Lo encontramos en el Sagrario y en la Eucaristía, siempre a nuestro lado, siempre esperándonos, siempre amándonos.
“La paciencia todo lo alcanza”. De la fe nace el amor y del amor nace la paciencia. Ser paciente es una virtud que solo alcanza plenitud en la Fe y la Oración. Si bien existen situaciones donde la desesperación hace presa del corazón, Dios nos enseña que en la paciencia Él derrama todas sus bendiciones. “El amor es paciente”, lo dice Pablo en su carta a los Corintios; por ende, Dios también es paciente para con nosotros; la oración va ligada a la paciencia y de la paciencia emerge la Gracia Divina.
“Quien a Dios tiene nada le falta”. Rico no es el que tiene más, sino el que menos necesita. En este sentido, la Madre Teresa de Calcuta nos enseña que la verdadera riqueza está centrada más en dar que en recibir. Si bien esto es totalmente cierto, Dios no se olvida de las necesidades humanas y terrenales; como creyentes debemos siempre anteponer a Dios por encima de nuestras carencias. Con Dios como prioridad nada nos faltará.
“Solo Dios basta”. Señala bien el Evangelio: “Busca primero el Reino de Dios y todo lo demás te será dado por añadidura”. La conclusión es simple; pues, para el que cree la presencia de Dios lo llena todo y a pesar de carencias, tristezas o perdidas se puede llegar a decir con la firmeza que da la Fe: solo Dios basta.

Marcelo Miranda Loayza, Teólogo y Bloguero.

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