sábado, mayo 4, 2024
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Importa mucho la verdad para servir al pueblo

Permanentemente hay preocupación en los pueblos por ciertos comportamientos y realizaciones de sus gobiernos; existen temores sobre hechos contrarios que han causado tensiones y angustias, por ejemplo por obras que han sido mal realizadas y no conforme a lo planificado o expresado por el gobierno. Existe inquietud porque se tiene experiencias sobre promesas no cumplidas y realizaciones que no respondieron a las expectativas. En numerosas situaciones la corrupción hizo mucho daño y consignas para combatir ese mal no fueron cumplidas, porque no siempre se gobernó en pro de la comunidad nacional o departamental, por servir a intereses creados. El contrabando ha jugado papeles importantes negativos porque se tiene entendido que funciona en compañía del narcotráfico o es parte de los negocios que tienen que ver con el tráfico de drogas.
Vivimos en tensión permanente porque se hace promesas que al final no son cumplidas. El temor de que se sirve a intereses creados y conveniencias ajenas a las del país, son comunes y no han sido atendidas múltiples denuncias, pese a que los tribunales de justicia debieron actuar en su momento y solo pasaron por lo alto lo ocurrido. La permisividad de algunas autoridades, la costumbre de dejar hacer y dejar pasar, que adquirió personalidad en todo el país y es arma contundente de los que tienen poder, no deja que funcionen los tribunales de justicia, los organismos policiales y menos el gobierno conocedor del grave problema, ya que son realidades vividas por la población.
Y siempre hay una pregunta que circula: ¿Por qué se obra en sentido contrario al interés general? La respuesta es fácil: porque las autoridades no siempre obran con la verdad y muchas veces prefieren utilizar sofismas o mentiras para no agravar problemas o para demostrar lo que conviene al régimen y no lo que es de conveniencia de la nación. No obrar con la verdad da lugar a que no se pueda creer lo que se diga, porque, comparando con lo pasado, se saca la conclusión de que otra vez surgió la tendencia a engañar.
Es necesario e importante que la palabra de una autoridad sea cierta, efectiva, correcta, evidente, para evitar que crezca la duda o incredulidad de la población sobre lo que se creía verdad y resultó que es falso.

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