sábado, mayo 4, 2024
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A 70 años de la Revolución del 9 de abril de 1952

Al cumplirse 70 años de la Revolución del 9 de abril de 1952, cabe recordar que su valor objetivo adquiere notable importancia, en especial cuando es posible y necesario hacer una evaluación histórica de ese suceso, para tener la perspectiva histórica, imprescindible para juzgar los grandes acontecimientos sociales, al margen de apasionamientos de diversos extremos.
La Revolución del 9 de abril se gestó durante varios decenios y superó su carácter espontáneo para convertirse en un hecho consciente con alto nivel político. Hasta entonces, notables sucesos, con presencia de caudillos destacables, terminaron en el fracaso. Pero esa acumulación de fuerzas llegó a su cénit y culminó en abril de 1952. Estalló a raíz de un golpe de Estado que derivó en una insurrección popular victoriosa contra el viejo régimen.
En la marcha de la historia se pugnaba por superar la anacrónica y obsoleta etapa colonial, para pasar a la condición de nación soberana. Paralelamente, se combatía para poner fin a un régimen feudal y establecer la democracia. Esos nobles fines fueron conseguidos en ese episodio popular y así fue posible derribar, hasta sus profundos cimientos, el caduco sistema y establecer, en cambio, nuevas estructuras nacionales y democráticas, lo que vino a llamarse Revolución Nacional.
En primer lugar, fue eliminado un súper Estado, de una minoría autocrática que manejaba la vida política del país según su libre albedrío, lo que determinó que en adelante los bolivianos se gobiernen a sí mismos. Enseguida, el antiguo Estado colonial-feudal cambió de contenido y pasó a servir a la nueva causa histórica, lo que le permitió nacionalizar la gran minería para que, para bien o para mal, sirva a los mismos bolivianos. Luego hizo la reforma agraria para que la tierra de propiedad del Estado pasara a propiedad de los ciudadanos en general, a fin de organizar un nuevo sistema de producción que sirva para su bienestar. Fue la primera vez en la historia nacional que se produjo una conquista tan importante.
No obstante, esas posibilidades fueron anuladas tanto por motivos internos como externos y la nueva realidad perdió vigencia, negando al país la oportunidad de superar las antiguas causales que impedían la continua marcha hacia el futuro. La gran Causa nacional-democrática fue eliminada por falta de perspectiva histórica de la reacción popular y, si no se detuvo ese proceso, dio muchos pasos atrás en busca de restaurar el pasado. Lo que consiguió en gran medida, pues la vida de Bolivia no solo se paralizó, sino retrocedió hacia el coloniaje y el sistema medieval oscurantista, dejando percibir que más se mira al pasado que al futuro, con la misma suerte de la mujer de Lot que, por mirar hacia atrás, lloró lágrimas de sangre y quedó convertida en estatua de sal.
Sin embargo, sobrevive el anhelo para que Bolivia logre ser una nación plena y soberana, con contenido que responda a su propia existencia, al margen de cualquier ambición utópica populista o hacer retroceder las manecillas del reloj de la historia. En todo caso, los propósitos patrióticos de la Revolución del 9 de abril de 1952 siguen latentes, y es necesario recordar que no existe tragedia más dolorosa para un pueblo que empezar de nuevo lo que ya se había empezado.

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