domingo, mayo 5, 2024
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Barcazas y remolcadores chinos, otro misterio que se debe aclarar

Si el Gobierno decidiese investigar los “casos misteriosos”, seguramente encontraría el caso de las “barcazas chinas y remolcadores”, por los que se pagó simplemente al hacerse el pedido y sin ningún documento. Lamentablemente, por años queda en el misterio porque nadie sabe plenamente lo que pasó y los responsables, al ser interrogados, “están ciegos, mudos y sordos”. Originalmente, se dijo que la Fuerza Fluvial y Lacustre (eufemísticamente llamada Armada Boliviana por las Fuerzas Armadas) conocía y decía algo del problema: que se pagó, por adelantado 30 millones de dólares, que las barcazas estaban montadas y preparadas en un puerto chino, que navegaban rumbo a la Argentina, que había un oficial boliviano a cargo de las operaciones, que se pagaba normalmente al personal encargado de su mantenimiento, etc., etc., pero nadie confirmó ni amplió información al respecto. El monto de 30 millones de dólares y otros gastos que se pagó “están bien, gracias…”, en manos de quienes supieron aprovechar este caso que es doloso y misterioso.
Varios gobiernos “hicieron la vista gorda con este misterio” y cada uno, a su turno, dijo que “se investigará el caso y se informará debida y oportunamente”; pero nadie comenta o sugiere algo, al margen de lo que se indica en el interior de las fuerzas armadas… ¿Qué ocurre con este caso que queda como “peso pesado” en la conciencia de muchos gobiernos y en la memoria de muchos militares? Alguna vez se comentó sobre la existencia de informes pormenorizados en las Fuerzas Armadas, en el Ministerio de Defensa y en cada gobierno que pasó, por tener los poderes de la nación; pero no hubo explicación completa del caso.
Así como este caso sumido en el misterio, debe haber muchos más que están archivados en cada ministerio y nadie se atreve a tocar, mientras muchas personas –responsables por ser autoras o ser cómplices– disfrutan del dinero y nada pueden decir porque seguramente rige para ellos la prevención: “Nada digas si quieres que yo siga callando”.
Este caso, como muchos otros, tendría que ser investigado y sacar conclusiones el actual Gobierno, si realmente le gustaría pasar limpiamente a la historia del país, descubriendo y aclarando siquiera un caso de los muchos que contendrá la “caja de Pandora” y, como es lógico pensar: ¿Habrá coraje y suficiente voluntad para investigar, aclarar e informar a todo el país?
Entretanto y mientras no haya luces sobre manejo transparente de los asuntos del país, la colectividad –con justa razón– podría preguntar, debido a los pocos casos dolosos que se conoce, ¿puede el país confiar en alguno de los gobiernos? ¿Y qué cargos, sospechas y oscuridades habrá sobre las Fuerzas Armadas?
¿Pueden merecer las FFAA, si pesa sobre ellas dudas, toda la confianza que merece una entidad de la nación? ¿Por qué jefes y oficiales no han exigido claridad en toda intervención de la entidad? Todo lo relacionado con la nación, ¿no es competencia de las fuerzas armadas así no esté bajo su dependencia directa? Cuando se aplica el dicho (que no es principio): “Dejar hacer y dejar pasar” y no existen controles ni hay informes pormenorizados sobre su marcha o funcionamiento, se sienta precedentes para que siga creciendo la corrupción.
Con respecto a cualquier asunto del Estado, compete a las FFAA vigilar, controlar, verificar su funcionamiento para evitar que la institución quede comprometida.

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