lunes, mayo 20, 2024
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Retomar el pasado importa mucho para el futuro

Al iniciarse el año 2020, jamás pensó la humanidad que se adentraba en un tiempo de angustias, sobresaltos, enfermedades y otros males, que por miles de víctimas condujo a una nueva realidad, la de copar hospitales, clínicas y hasta cementerios para atender a quienes cayeron enfermos o perdieron la vida por causa del coronavirus. Como un castigo para la humanidad, el covid-19 se ha cernido sobre todos, sin dar lugar a mengua alguna ni paréntesis que permita intervalos que, por primera vez, la humanidad se permitió exigir como un derecho de vida.

Han pasado más de dos años desde que comenzó la pandemia que, por etapas, cubrió a todos los países, en un tiempo de dolor, lágrimas y luto. Entonces se comprobó una realidad: el mundo estaba solitario, sin apoyo alguno, aún librado a su suerte, sujeto a consecuencias no esperadas, pero se las debía enfrentar. Hubo sufrimiento en la mayoría de las poblaciones que, ni durante las peores guerras, vivieron momentos tan acentuados de angustia y dolor; tiempo en que se temía que el mal no prescribiría y todos, conscientemente o no, estábamos condenados. Días angustiosos en que se trató de revivir la unidad, jamás practicada regularmente, y se esperaba momentos de morigeración en las conductas, para soportar lo que venga, por falta de remedios inmediatos. La vacunación se hizo urgente y esas mismas urgencias hicieron que se perdiera la paciencia y hasta las ansias de curarse prontamente.

Se inició el drama en momentos inesperados, en condiciones de vida regular en las que nadie podía sopesar las dimensiones del peligro por causa del coronavirus, y había premura por evitar que aumentara el número de víctimas de la pandemia. El drama se hizo trágico por la proliferación del covid-19, que fue cubriendo amplios territorios del orbe, al extremo de que se llegó a pensar que “el virus puso de rodillas al mundo”. Como consecuencia de ello, fueron intensificadas las investigaciones para encontrar vacunas por el afán de encontrar remedios para el mal, lo que con el paso del tiempo ha sido posible en alguna medida.

Llegaron momentos que parecen de tregua y la consigna es prepararse y no permitir que el futuro nos traiga nuevas sorpresas, sino que sean efectivas las realizaciones en los campos de la salud, en todo sentido. Las lecciones son claras y certeras y no se quiere repetir descuidos que puedan hacer que la acción del virus siga causando muerte y dolor. Lo bueno es que parece que todo el mundo ha tomado conciencia de lo vivido y sufrido, para prepararse y, si fuese posible, adelantarse a lo que pueda sobrevenir no solamente en los espacios de la salud sino de la tecnología. El campo médico, científico y clínico seguramente ya tomó sus recaudos en pos de evitar sorpresas.

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