sábado, mayo 18, 2024
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Liderazgo en decadencia

El liderazgo político en Bolivia está en decadencia. Hecho que se registra a 40 años, más o menos, de la restitución del sistema de libertades. Los líderes, o quienes se precian de tales, a nivel nacional o regional, se desgastaron y, por consiguiente, perdieron credibilidad, ante la historia y los hombres. Sencillamente por la tozudez, el endiosamiento, la mitomanía y el desconocimiento a ciertos resultados de consulta popular. De ahí que estarán, de cara al futuro, no solo cuestionados, sino en declinación. Es así de simple, desgraciadamente.
Los verdaderos líderes, que son pocos, indudablemente, entre militares y civiles, surgieron de acuerdo con el momento histórico y con el respaldo de la ciudadanía. Fueron visionarios e iluminados, que condujeron al pueblo boliviano en el marco de las conquistas irreversibles, hacia la liberación, con desarrollo, progreso y justicia social. Promovieron la unidad y el bienestar. Procuraron reducir la desigualdad social. Y buscaron, no siempre mediante consensos, sino con puntos de coincidencia, a fin de anular el desencuentro. El nombre de la mayoría de ellos, que se condujeron con apego a la cordura, a la verdad y la humildad, se mantiene latente en la memoria popular y se constituye en un paradigma sin igual.
Los líderes políticos en Bolivia, aunque habrá algunas voces que no coincidan con lo que sostenemos, no solo son objeto de controversia, sino que están en la lona. Y les costará mucho ponerse de pie, para recobrar el papel que desempeñaban. Esta realidad fue sellada, con letras indelebles.
Bolivia, según reitera la historia, no tuvo suerte para generar mayor número de líderes con voluntad política para construir un venidero mejor. Con vocación de servicio a su pueblo, sin las odiosas discriminaciones. Con mentalidad transformadora, por el bien común. Con fortaleza patriótica y espíritu de unidad nacional. Con amor a su gente, sea del oriente u occidente, de la ciudad o del campo. Y, en particular, para ayudar a los más desprotegidos, que se han multiplicado en tiempo de pandemia por el covid-19. Y desprovistos de odios, de racismos y regionalismos. El país tuvo excepciones, obviamente. Ello es innegable.
Y hubo, en este contexto, seudo líderes, desprovistos de civismo, de sensibilidad social y de perspectivas históricas. Que solo se sirvieron del pueblo. Que medraron a costa del pobrísimo erario nacional. Que provocaron la debacle del país y despilfarraron recursos en tiempos de bonanza. Que buscaron la confrontación, la división y el revanchismo, en deterioro de la paz y la tranquilidad, que son requeridas en democracia.
Muchos de ellos pasaron a la historia sin pena ni gloria. Son ignorados inclusive, en la actualidad, por sus propios seguidores. Por quienes les daban hurras. Y ahora le dice a cada uno de ellos: “que viva, pero lejos”. Caminan cabizbajos y sin alguna posibilidad de reivindicarse. El vituperio y el rechazo que reciben, unánimes, pesan mucho. Son el lastre de la sociedad, por haber incurrido en desaciertos y despropósitos, imperdonables.
En suma: “Unión fraternal” fue el lema que manejó la Asociación de Beneméritos de Artillería de la Guerra del Chaco (1932-1935). Iniciativa que deberíamos emular, en nuestro cotidiano vivir, lejos del odio y la mezquindad, que restan y dividen. Deberíamos buscar un destino mejor, en unidad nacional.

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