viernes, mayo 24, 2024
InicioSeccionesOpiniónManuela, mi amable loca

Manuela, mi amable loca

Es el título del texto preparado por Carlos Hugo Molina Saucedo (Editorial Plural, 6ta. Edición, 2017), que trata de la compilación de las cartas de amor intercambiadas entre el Libertador Simón Bolívar y Manuela Sáenz, la quiteña. Al hacer nuestro personaje histórico escala en Quito, se conocen y nace un amor inesperado, que hace que ella se enamore de él, y a continuación lo sigue, ensillada junto a un caballo desde su ciudad hasta Sucre, después de atravesar Perú, en la fase de liberación colonial con la que Bolívar contribuyó a la liberación de la región andina sudamericana.
Se transcribe a continuación algunas de las cartas intercambiadas.
La primera carta. Libertador: Esta historia no ha dejado de sorprenderme desde que usted recibiera mi insinuación para gozar del baile. En todo caso, y a riesgo de confirmar sus sospechas en torno a la mentada solemnidad quiteña, me declaro halagada ante la sola idea de que usted me considere su amiga.
Termina: tendría mucho más que contarle, mucho más…pero tal vez sea prudente guardar silencio hoy. Manuela.
Del Libertador a Manuela. Manuelita: ¿Acaso importa que los instrumentos no sean perfectos cuando el uso que hacemos de ellos es el conveniente? Este, por ejemplo, ¿el que permite que a tus palabras solo le falten los sonidos para convertirse en música?
Respecto a tu prudencia, no tengo apuro, camino con el tiempo a mi lado. Bolívar.
Otra. Simón: Dígame, los dioses del Olimpo, esos que cercanos, malvados, maravillosos levantaron y hundieron sus templos en la imperfección, ¿acaso pudieron ellos, en su inmensa sabiduría mundana, haber dispuesto la provisión urgente de algunos recaudos, a fin de evitar los estragos de la locura en los cuerpos de aquellos que lograran atisbar en los mundos prohibidos?
Termina. ¿Ve usted a dónde me lleva? Manuela.
Otra. Mi adorada: Cada vez vuelvo a conocer tu tierra después de haberte conocido. No veo más parajes de guerra y de estrategias; descubro gente que trabaja en los valles y en las cuencas. La mano que saluda y el sombrero que se alza, muestras rostros sonrientes, como el tuyo. Yo había estado en estos lugares antes que tus ojos, pero recién descubro sus bellezas.
Termina. ¡Vaya lección robada al espejo manantial de tu sonrisa! Bolívar.
Otra. Manuela mía: El silencio compartido lo entiendo como otra forma de comunicación mientras no exista ruptura, palabra que estará presente desde que se produjo un inicio; eran necesarios unos días de paz para que dejemos de producir huracanes en las Antillas.
Termina. Esta noche, en la noche del Oriente, sabré una vez más como te deseo. Tuyo, Bolívar.
La que sigue, tiene una referencia histórica muy importante.
Lima, agosto 6 de 1825.
Libertador: estoy informada que hoy es el día fijado para el nacimiento de su obra más preciada, quiero que sepa que retengo el calor de su piel y de su mirada en la memoria de mis sentidos. Cualquiera sea el rincón que lo cobije, no olvide que en este mundo no habrá mejor refugio que aquel que le tengo reservado.
Termina: ¡Estoy dolida con la vida! ¡Justo en el día que se instala el Congreso de la República de Bolívar!
Me consuela saber que usted existe. Manuela.
Un hermoso ejemplo de amor entre un héroe y una mujer apasionada.

ARTÍCULOS RELACIONADOS
- Advertisment -

MÁS POPULARES