viernes, mayo 24, 2024
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Acerca de la politiquería

“Más allá de las contradicciones políticas en Bolivia puede haber un punto de convergencia importante que da una fuente de esperanza”, afirmó, en su reciente visita al país, el relator Especial de las Naciones Unidas para la Independencia de la Justicia, Diego García-Sayán.
La actividad politiquera estuvo sumamente enconada y contaminada, en los últimos tiempos, por el odio y la revancha, que no permitieron la construcción de “una fuente de esperanza”. Todo ello contribuyó a ahondar la desesperanza. Extremos que deterioraron las perspectivas democráticas. Parece que se hubieran constituido en señales regresivas a épocas ya superadas. Y de un modo preocupante, indudablemente.
Los politiqueros se desafiaron mostrando, permanentemente, los colmillos, como ciertos animales que aúllan. O persiguieron a sus presas para cogerlas y devorarlas. A esa acción podemos llamarla también acoso, persecución y depredación. El hombre, de veras, fue el depredador de su propia especie. Acá parece que se impuso, desgraciadamente, la ley de la selva. Los más fuertes y feroces pretendieron acabar con los más débiles e indefensos. Trataron de engullirlos, en un santiamén. O los prepararon, para tal efecto, en sitios infrahumanos, donde no penetran los rayos del sol.
En las dictaduras se veía casos similares. Se escuchaba, inclusive, una voz tenebrosa, que conminaba a los ciudadanos a “caminar con el testamento bajo el brazo”. Contra estos excesos la población se armó de valor, hasta erradicarlos del mapa político. Y no permitirá su resurgimiento, pese a quien pesare, en democracia.
Los politiqueros vivieron su hora. Siempre lo hicieron, en dictadura y democracia, difamando, enlodando y destruyendo al adversario. Tratando de perpetuarse en el Poder o buscando desgastar a los omnipotentes de turno.
En el mundo de la politiquería, fue lo de menos el debate de las ideas y de los ideales. Fueron lo de menos la verdad, la honestidad y la transparencia. Mucho menos las propuestas. Lo que se impuso, a raja tabla, fueron los intereses creados, personales y particulares. Como consecuencia de estas actitudes no se pudo construir Patria y menos un futuro más llevadero. De ahí que seguimos caminando, golpeados por la pobreza, la extrema pobreza y el desempleo. Con un elevado número de informales, en las vías públicas.
Politiqueros que viven alejados de la realidad nacional, estilando discursos, posiblemente a propósito, que no coinciden con la situación socio-económica y político-cultural imperante. Intentando hacer creer a la población que son los “salvadores”. Que multiplicarán panes y peces, en tiempos de crisis económica. Que generarán nuevos empleos, para reducir el desempleo. Que construirán el país de la Jauja. Están alejados de Dios, rindiendo pleitesía al Poder, y a los jugosos emolumentos que perciben del erario nacional. Éstos les permiten disfrutar de la holgura económica.
En suma: se impone, por lo tanto, humanizar la actividad política, en la perspectiva de profundizar la democracia. Poniendo en praxis, para ese cometido, el diálogo, la tolerancia y la concertación, por el bien común. Actitudes que enriquecerán la práctica del sistema de libertades, restituido el 10 de octubre de 1982, gracias a la lucha y el empuje del pueblo boliviano.

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