sábado, mayo 4, 2024
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Paz política implica vigencia de paz económica y social

Todo muestra la necesidad de recordar que el imperio de una paz política implica que el país goce de paz económica y social, dos condiciones de vida que el hombre está obligado a mantener debido a las experiencias habidas que han dejado lecciones muy severas sobre la urgencia de que los pueblos deben mantenerse en concordia y paz permanentes para que la paz social genere paz política. Resulta repetitivo lo que la militancia partidista ha sostenido en muchas oportunidades: la paz social está asegurada por una paz económica cuando esta cifra su vigencia en una paz política, es decir que esta trilogía no solo tiene que ser teórica o ideológica sino práctica de los pueblos, una práctica que permita paz, concordia, buenas condiciones de vida e imperio de una paz social que, se espera, sea permanente.
El comportamiento de nuestras tiendas político-partidistas da la seguridad de una ausencia crónica de esas condiciones de vida tan urgentes en lo institucional de los partidos políticos. Las experiencias pasadas en los últimos veinte meses han dejado lecciones inolvidables para toda la humanidad que, como es lógico, abriga la esperanza de cambios que redunden en favor de todo el planeta puesto que ya no sería posible repetir lo ocurrido. Son los pueblos que deben fortalecer sus virtudes con miras a engrandecer los espacios de sus valores que los ayude e impulse en todo lo que signifique unidad, fuerza de voluntades y necesidad de entender la magnitud y gravedad de todo lo padecido.
La historia ha demostrado muchas veces que la fortaleza de los pueblos radica en sus instituciones que no pueden ni deben apartarse de valores y principios que conducen su existencia y dan fuerza institucional basada en sus leyes, entidades que tienen como fundamentos de sustentación a sus organizaciones cuyos principios morales los hacen indestructibles. Muchas veces se ha sostenido: “No hay poder ni fuerza posibles si no tiene sustento en el espíritu que por sí mismo se fortalece ilimitada y permanentemente”. Es, pues, el espíritu de los pueblos el que sostiene la vida institucional y fortifica su vigencia.
Evidentemente, son tres las condiciones de fortaleza en que se asienta la seguridad y tranquilidad de los pueblos: seguridad política conjuncionada con la fortaleza económica que, a su vez, se sustenta en la seguridad social. Cada sociedad, cada pueblo sustenta su seguridad y tranquilidad en la seguridad política que, debe asentarse en la seguridad económica que, de todos modos, asienta su fortaleza en la seguridad social porque la tranquilidad, seguridad y fuerzas morales de los pueblos tienen sustento en lo político, económico y social; es decir que el aislamiento de cualquiera de esas tres partes, de hecho implica el resquebrajamiento del conjunto y, si nos adentramos en cada una de las derivaciones o valores de cada situación, llegamos a la fácil conclusión de que las fortalezas de un pueblo radican en su fortalecimiento institucional.

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