domingo, mayo 19, 2024
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Armas para destruir todo lo que se hizo para bien

Parecería que el dicho: “No hay enemigo mayor del hombre que el hombre mismo”, tiende a hacerse norma en la vida del ser humano porque cuanto más se avanza en ciencias, tecnología y progresos, hay más investigación e inventos para perfeccionar armas de toda clase, más instrumentos para destruir y matar, más formas de aniquilar todo lo que hacía bien al ser humano, todo lo que significó mejorar valores y principios. De tanto en tanto, se reúnen los “más grandes” de los países ricos y desarrollados que, a su vez, cuentan con el concurso y las fortunas de los que más dinero poseen.
Se ha hecho costumbre que cuando representantes de los países “grandes” se reúnen es para considerar situaciones de seguridad y principios de acuerdos entre ellos, avances de las ciencias y la tecnología; se trata sobre la urgencia de preservar la paz mundial y no se habla sobre lo que significaría sentar las bases de una paz y concordias permanentes, del destierro de guerras y enfrentamientos, porque se permite que todos los países continúen con sus políticas de armarse y los fabricantes incrementan su fabricación luego de perfeccionamientos que logran. Nada hacen para no armar a más ejércitos, aunque saben de la importancia de que los hombres dejen de comprar material bélico y no hagan experimentos en sus propios territorios para probar la capacidad de los instrumentos para destruir y matar. Por ello no pueden decir que sus actividades son en pro de la paz y la seguridad para la humanidad.
Todo conflicto armado implica destruir y, si es posible, restar posibles enemigos a los contrarios. No hay arma que no sirva para atentar contra el ser humano porque destruye lo que se hizo con sacrificios mediante la ciencia y la tecnología. En otras palabras, todo lo que se construyó, inventó y mejoró para bien de la humanidad, las armas se encargan de destruirlo.
Los “grandes” hablan con hipocresía en reuniones internacionales de desarme, paz y concordia, firman acuerdos y demuestran amistad y comprensión entre ellos; pero, una vez que sus representantes retornan a sus países, la tecnología de los armamentistas, en acuerdo con los gobiernos, hace que sea probado nuevo armamento, son realizadas pruebas y se trata de alcanzar supremacía para tener superioridad sobre cualquier posible contrincante. Es decir que son olvidados acuerdos e intenciones y se vuelve a tomar las mismas posiciones de alistarse para nuevas guerras y destruir todo lo bueno que se había hecho. Así, cada país actúa solo de acuerdo con sus conveniencias; pero ese accionar puede ser contra sí mismos porque todo lo que hacen para destruir y matar puede volcarse contra ellos mismos, dando pábulo a que su hipocresía se torne en vocación suicida, con miras a autodestruirse.
El dicho de los armamentistas: “Si quieres la paz prepárate para la guerra” se hace cierta por boca y conciencia de las partes en posibles conflictos.

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