domingo, mayo 19, 2024
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Partidos políticos deudores al Estado

Cuando estamos en un nuevo año, hay cuestiones y adeudos pendientes del pasado que no se cumplen. En consecuencia, dadas las urgencias de las arcas nacionales, se debe exigir que las deudas al Estado sean debidamente honradas. Desde hace muchos años y como resultado de varios procesos electorales, son varios los partidos políticos o coaliciones partidistas que adeudan dinero por concepto de compromisos adquiridos por la política partidista. Es decir, dinero que se comprometieron a pagar y que “olvidaron hacerlo”. Lo interesante es que, antes del proceso mismo en los locales electorales, los jefes y militantes se mostraban “inocentes”, “cándidos”, “dispuestos a cumplir todos sus compromisos”, “proclives a cualquier esfuerzo para cumplir con las leyes” y, en algunos casos, “limpiar ellos mismos, con su militancia incluida, las paredes pintarrajeadas”.

Después, ya con los resultados de la votación, ningún municipio logró que se cumplan los compromisos y como los alcaldes y prefectos son poco adictos a exigir algo a sus partidos, todo quedó en nada y traspasada la obligación de exigir pago, de gobierno a gobierno. Estas conductas contribuyen a agrandar la frase: ¿Quién y cómo se puede creer en los políticos? Evidente, ninguno cumple siquiera con los compromisos firmados y el país está lleno de la “basura electoral”, en recuerdo de partidos políticos.

La Contraloría General de la República es depositaria de todos los compromisos firmados por concepto de multas por pintado de paredes, avenidas, calles, monumentos, edificios públicos pintarrajeados con propaganda electoral; hay varias deudas que constan a los municipios, al fisco en general y a gobernaciones o prefecturas; pero, por más exigencias que se haya hecho, no se cumplieron. Cada gobierno, en su momento, ha comprometido cobrar esas deudas y no cumplió y es porque su partido o quienes lo propiciaron para el proceso electoral, también son deudores al Estado. Hace muchos años, senadores y diputados se comprometieron a devolver sueldos en demasía que habían cobrado; otros, por viáticos de los que debían rendir cuentas con entrega de facturas.

Posiblemente, el partido de gobierno sea uno de los que más debe; los demás, a su turno, también han incumplido y sería tiempo de que aprendan a honrar su palabra, empezando con un deber de respeto y honra a las ciudades y pueblos que los eligieron. Si un partido político y su respectivo jefe no cumple, no sabe de la palabra empeñada, y cuando se encuentra en la vida normal o en campaña en pos del voto o confianza popular, ¿qué se puede esperar de él cuando ya está en el gobierno o también cuando quedó en el llano, pero con dinero y con una promesa no cumplida?

Es vital e importante que los políticos adquieran la costumbre de obrar con la verdad y que ésta sea una norma de su vida; de otro modo, perderán totalmente la confianza pública que debería ser necesaria para su vigencia. Es necesario reconocer que el pueblo ya tuvo numerosas decepciones y frustraciones por el incumplimiento de la palabra empeñada, por los engaños padecidos y que han sido causantes de grandes conflictos y problemas que, con el transcurrir del tiempo, han agravado los padecimientos de la colectividad.

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