domingo, mayo 19, 2024
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Salud mental: locura

“La sexta temporada empezaba como las anteriores. Parecía que el éxito se había convertido en su seña de identidad. En la noche de los lunes, como sin quererlo, se había instaurado como el programa más visto en las cadenas de televisión en abierto. A Master Chef Celebrity se le auguraban todos los parabienes sin competidores, ni de lejos. Nada más empezar, la audiencia se percató de que Verónica no estaba bien. Sus estridencias y sus salidas de tono no se correspondían con esa Kika que nos encandiló a principios de la década de los noventa. Su postura ante las cámaras, a las que había dedicado su vida, no transmitía esa alegría e inocencia que siempre fueron sus señas de identidad. Con el devenir de los capítulos, de cajas ocultas, de platos extraños y de recetas complicadas, la situación se fue empeorando. Las redes sociales y los comentarios con tono de mofa hicieron el resto. Con tantos medios y asesores ¿Nadie supo ver lo que estaba pasando? El resultado el más ruin, el desenlace a prueba de remordimientos…”.
Todos los expertos coinciden en que la pandemia ha puesto en jaque a nuestro Sistema Sanitario. La falta indiscutible de recursos materiales y humanos, ha venido a demostrar qué lo que parecía ser nuestra joya de la corona del estado del bienestar era sólo un espejismo. El modelo, meramente asistencial y hospitalario, basado en criterios y estadísticas que no están en sintonía con las necesidades de la población, ha demostrado el fracaso de un sistema en el que prima la espectacularidad de un logro asilado y mediático, con tecnología puntera, frente al trabajo incesante y cotidiano de los que, en silencio, mitigan el dolor y el sufrimiento de las personas de a pie y de sus familiares.
A pesar de todo, la parte orgánica de es trilogía del bienestar físico, psíquico y social de la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 1948, se puede considerar dichosa, por qué, sin tener en cuenta los recortes de las últimas décadas, sigue teniendo recursos para hacer frente a las demandas asistenciales de la población. Mención especial habría que realizar del importante incremento de las listas de espera, tanto quirúrgicas como de pruebas complementarias, de los retrasos diagnósticos de enfermedades graves, de la precariedad laboral de los profesionales sanitarios, de la merma de las carteras de servicios, del desencanto de aquellos que por más aplausos que les den vuelven a las trincheras sin miramientos ni recompensa alguna, del incremento exponencial de las pólizas de seguros médicos privados contratados por la población general, que asiste atónita a un desmantelamiento a plazos de lo público.
¿Y qué me dicen de la segunda parte del bienestar, de lo psíquico? Los profesionales de la salud mental en España están saturados. Los datos demuestran que estamos a la cola de Europa en cuanto a profesionales de psiquiatría y psicología. Según Euroestat, España con 9,98 psiquiatras y 6 psicólogos por cada 100.000 habitantes (la mitad que en Francia o Alemania) se encuentra en los últimos puestos, por detrás de nosotros solo están Polonia con 9 y Bulgaria con 8. Según los datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), estudios publicados en revista internacionales de alto impacto, ofrecen resultados a nivel mundial del incremento de los casos de depresiones mayores de un 28 % y de un incremento del estrés postraumático y de la ansiedad del 26 % (The Lancet y Psychiatry Resesrch). La ola de enfermedad mental nos está afectando a todos, aunque no por igual ni de la misma manera. Un estudio del Hospital del Mar de Barcelona, destaca que el 14,5 % de los profesionales sanitarios sufren un trastorno mental discapacitante, y el 22 % han sufrido síntomas relacionados con el estrés postraumático. Durante la pandemia el consumo de psicofármaco se ha duplicado, sobre todo los ansiolíticos y los antidepresivos. El seguimiento de los pacientes psiquiátricos con enfermedades mentales graves se ha demorado tanto que las revisiones se han reducido a menos de la mitad. Como siempre, los trastornos mentales se han ensañado con las personas más vulnerables (adolescentes, mujeres, personas mayores y con aquellas que padecen alguna discapacidad). Se ha prescrito tres veces más psicofármacos a quienes se identifican como clase social baja, según los datos del CIS. Los especialistas en psiquiatría y psicología critican la escasa atención, de manera histórica, que las diferentes administraciones, de todos los signos y colores políticos, han prestado a los problemas de salud mental de la población (Apenas un 4 % de la inversión en sanidad, cuando en países de nuestro entorno llega al 10 %).
La pandemia ha venido a poner de manifiesto como el dolor mental, el peor de los sufrimientos, es de segunda clase y no merece la atención que precisa. Duelos patológicos y cuadros de depresión mayor, miedos y obsesiones, estrés postraumático, cuadros ansiosos depresivos, ansiedades y somatizaciones, problemas de convivencia familiar y de pareja, hostilidades en el medio laboral, acoso y maltrato en el medio escolar, autolesiones de los adolescentes y trastornos de la esfera corporal, son solo algunas de las situaciones patológicas que no han sido atendidas como se merecen por un sistema de salud mental totalmente desamparado.
Y en el lado más oscuro, más oculto y silencioso, el suicidio. Durante el año 2020 se ha batido el record de personas que se quitaron la vida en España, 3941 (2930 hombres y 1011 mujeres, máximo histórico). El incremento con respecto al año anterior ha sido de un 12,3 % en mujeres y un 5,7 % en hombres, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). En estas cifras no están contabilizados los intentos de autolisis. Cada día se suicidan en España 11 personas, con nombres y apellidos, con historias dolientes de desesperación, con familias que se instalarán para siempre en una muerte en vida, con amigas y amigas que se hacen preguntas sin respuestas. A todos ellos solo les quedará el recuerdo de lo que se pudo haber hecho para evitarlo. El suicido se mantiene como la primera causa de mortalidad externa, con un incremento del 7,4 % con respecto al año 2019. Según los expertos hablar de ello no es signo de debilidad, ni tiene el tan manido efecto contagio. El Programa de Prevención del Suicidio del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM) recuerda que uno de los lemas de la Organización Mundial de la Salud para su prevención es “Hablemos”.
¿Cuánto deber doler la vida cuando la única salida es la nada en soledad? La Asociación de Profesionales en Prevención y Postvención del Suicidio, PAPAGENO, ofrece un servicio de ayuda y asesoramiento (Recurso y Preguntas Frecuentes). No existe un perfil de la persona suicida. Afecta a todas las edades y a todas las clases sociales. Las tentativas suicidas entre chicas jóvenes se han duplicado durante la pandemia. La adolescencia puede ser un factor de riesgo. Por fin en la próxima convocatoria de formación sanitaria especializada se va a incorporar la especialidad de Psiquiatría y Adolescencia.
El debate sobre el tratamiento que se hace del suicidio en los medios de comunicación demuestra que no se siguen, la mayor parte de las veces las directrices marcadas por la OMS. Se ha llegado a hablar del efecto Werther, que podría inducir a la imitación, y del efecto Papageno, como prevención de la actitud suicidad.
Por fin, parece ser, que la Salud Mental de este país ha entrado en la agenda política. Nuestros dirigentes han tomado conciencia del grave problema al que nos enfrentamos si no se actúa de manera urgente. Son millones de personas las que esperan poder tener una asistencia adecuada de su salud mental, que no precisa sólo de la prescripción de fármacos. Que necesitan apoyo y seguimiento continuado por parte de profesionales de psiquiatría y psicología. Recientemente se ha aprobado el Plan Nacional de Salud Mental y Covid 2021-2024 dotado con 100 millones de euros. La cuantía de lo presupuestado, para cuatro años, se nos antoja exigua e insuficente, dada la magnitud del problema. Y máxime cuando en los mismos Presupuestos 2022, se contempla la instauración del Bono Cultural Joven de 400 euros anuales, dotado con 210 millones de euros, más de un 10 % de lo que se invierte en becas.
Si nuestro Sistema Público de Salud está en situación crítica, nuestra Salud Mental es de locura.

El autor de esta nota es el Dr. Antonio Ares.
medicosypacientes.com

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