sábado, mayo 18, 2024
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Ortega repite en Nicaragua farsa electoral

En una elección manipulada y amañada, Daniel Ortega se declaró reelecto por un cuarto gobierno sucesivo, él como presidente y su esposa Rosario Murillo a la vicepresidencia de Nicaragua. Sellan otro período monárquico en América en pleno Siglo XXI. Es también una reedición de los gobiernos socialistas agrupados desde el Foro de San Pablo (Brasil) y Puebla (México), los que arribados al poder mediante libres elecciones de los países “neoliberales”, se perpetúan a través de la manipulación del voto o mediante un franco fraude.

Estos falsos gobiernos lucen o pretenden lucir una cara democrática, absolutamente hueca y engañosa para engrupir a propios y extraños. Esta máscara hace rato se ha venido abajo, pero los métodos no cambian. La tramoya se muestra elocuentemente en Venezuela, capturada por las dictaduras de Chávez y Maduro, y se mostró en Ecuador con Correa y en Bolivia con Evo Morales, en su afán de reelegirse para un cuarto periodo, pero como sus maniobras las rechazó una mayoría, forzó elecciones, denunciadas por la OEA como irregulares –omitiendo la palabra “fraude”–  en una auditoría solicitada por el mismo Morales. Brasil y Argentina son casos con mucho parecido, aunque con algo de honestidad. 

Daniel Ortega al 50% del cómputo según unos y al 97% según otros, se adjudicó el triunfo en el orden del 75%. Los observadores internacionales sostienen que el ausentismo fue el más alto registrado en Nicaragua. En la pantomima electoral fueron sus “competidores”, cinco candidatos de partidos aliados de la Alianza Unida Nicaragua Triunfa y Frente Sandinista de Liberación Nacional, nombre oficial del partido de Ortega. Éste no tuvo algún oponente real. La que pudo ganarle el voto era Cristina Chamorro, presa desde meses atrás, sindicada por el régimen de trafico de activos y traición a la patria. Junto a ella fueron apresados 30 líderes opositores, entre ellos varios precandidatos. El mismo día de la elección se detuvo a unos 20 opositores y activistas. Los funcionarios públicos fueron controlados mediante fotos de celular de su voto. Los estudiantes de universidades públicas mediante presiones y amenazas. La presencia de paramilitares armados en las puertas de los recintos se observó claramente. Ortega postuló y se eligió sin nadie al frente.

Sobre este régimen pesan cientos de muertos y heridos en las protestas del 2018, así como otros cientos de detenidos en esa redada, especialmente jóvenes. La OEA, la UE, la CIDH y otros condenaron como “farsa” y sainete esta deplorable elección. Estas calificaciones fueron hechas a punto de consumarse el hecho. La crítica lamenta que el consenso latinoamericano se hubiera mantenido contemplativo ante esta horrible dictadura y no la hubiese censurado enérgicamente ni ejercido presión. Lo propio ocurrió con la OEA por no haber aplicado sus medidas institucionales previstas para estos casos.

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