lunes, junio 17, 2024
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Caminarán con el mea culpa

La testarudez de algunos políticos hizo que La Paz, sede de gobierno, haya sido ignorada en su fecha aniversario, en una de las instancias legislativas. Ello jamás había ocurrido, en más de 190 años de la existencia del país. Ni en las dictaduras más feroces, pero ocurrió a los 39 años de la democracia. Quisieron matarla con la indiferencia, quienes creen ser los dueños del país. Pero el hecho hizo que se sienta más fortificada en sus proyecciones de desarrollo regional. Por el bien común, particularmente.
La Paz ha contribuido, en el pasado mediato, con su esfuerzo y producción a la transformación nacional. Lo hizo en el marco de sus posibilidades y lejos de toda manifestación regionalista. Y ahora es objeto de la discriminación, propia del enfado de sectores radicales. Es lo de menos, ciertamente. Ella sabe recuperarse de los golpes más despiadados.
Jamás ha comulgado, en sistema democrático o no democrático, con regímenes que representaron el abuso, la intolerancia y la arbitrariedad. Ese hecho la mantuvo en la cresta de la ola política en el continente americano. Acciones que están debidamente inscritas en las páginas de la historia Patria.
En ningún momento, que sepamos, ha actuado con tibieza ni a medias tintas, sino con firmeza y valentía, ante la historia y los hombres. En ese marco ha sido el escenario de la estrepitosa caída de los gobiernos militares y civiles que incurrieron en excesos repudiables e imperdonables. Por ello, posiblemente, haya organizaciones y personajes poco amigables con la ínclita ciudad. Que la agraviaron, como bien sabemos, obviando, quizá a propósito, el 20 de octubre, día de su fundación. No importa que ésta haya sido acá o allí, pero la fecha era importante para honrarla. Se la debería tomar muy en cuenta. Con hacerlo nada se perdía, pero se ganaba mucho. ¿Y dónde estuvieron aquellos que dicen llevar el paceñismo en el corazón? ¿Acaso estuvieron de parranda? Es increíble que ni uno de ellos levante la voz de protesta en defensa de La Paz.
Nunca, y de ello estamos persuadidos, La Paz será objeto de manipulación por políticos inescrupulosos ni supeditada a intereses creados. Seguirá su cauce histórico, como el pivote de la integración de propios y extraños, al servicio de los supremos intereses nacionales. Lo hará pensando prioritariamente, hoy como ayer, en el destino de Bolivia y de ninguna manera en el destino de cierta tienda política. Sea quien fuere el mandamás de turno.
“Quién ha ganado La Paz, ha ganado el país”, decía un eminente pensador. Muchos no pudieron alcanzar ese objetivo, por repulsivos, odiadores y regionalistas. Y se quedaron estigmatizados como anti – paceños, de por vida. Ahora, quienes reiteraron su ojeriza a la “Ciudad Maravilla”, deberían intentar reivindicarse. Si lo logran, cosa que dudamos, podrán dormir tranquilos, a más de 3.600 metros sobre el nivel del mar y bajo la custodia del coloso Illimani. En caso contrario, caminarán permanentemente con el mea culpa en los labios.
En suma: deberíamos intentar superar los resabios del pasado, bajo el glorioso rojo, amarillo y verde, a fin de construir la anhelada Nueva Bolivia.

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