viernes, mayo 3, 2024
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La libertad de expresión es un derecho fundamental

En el diario vivir de los pueblos, para muchas personas y organizaciones se hace difícil entender que la libertad es un bien creado por Dios para que el ser humano posea el mejor de los bienes. Esa libertad es cimiento de las libertades que hacen a la vida de la humanidad; lo básico o fundamental es, en todo caso, la libertad de expresión; es, innegablemente, la primera y última manifestación libre del hombre porque desde que nace hasta que muere tiene la facultad de expresar gritos, palabras, frases y oraciones que muestran su libertad de espíritu que solamente tiene cadenas creadas por sí mismo y por las virtudes, valores, cualidades, defectos y yerros que tiene en su vida.
Para muchos gobiernos –legales o de facto– la libertad de expresión es un bien creado para que esté a su servicio, para que favorezca sus decisiones y políticas, para que esté incondicionalmente a sus órdenes y disposiciones; por el contrario, para quienes son opositores o contrarios al gobierno, esta libertad debe ser la vanguardia y el mejor medio para combatir a las autoridades y a todo lo que signifique contradecir lo que no conviene a ellos, a sus intereses y conveniencias. No se quiere comprender que la libertad de expresión es, en todo caso o circunstancia, un medio para expresar ideas, pensamientos, criterios, opiniones, sentimientos y formas de ser o creer lo que sea conveniente y, además, para el libre ejercicio de los derechos que permiten las leyes, las reglas constitucionales y democráticas que no deben ser violadas o conculcadas por nadie. Las libertades que necesitan y usan permanentemente los medios de comunicación, los periodistas, articulistas y escritores que se expresan libre y, responsablemente, no debe ser motivo o causa de presiones, manipulaciones y menos que pueda estar al servicio de los gobiernos o de quienes sean opositores o contrarios porque hacerlo implica perder la libertad tan innata a la profesión periodística y a la libertad de todo ser humano.
Para quienes tienen o cumplen las labores de gobierno –una función siempre transitoria– más mérito tiene y cuenta una prensa con el ejercicio de un periodismo libre, independiente, ecuánime, crítico, veraz, consciente y responsable que exprese la verdad sin tergiversaciones ni conductas complacientes con nadie y menos con quienes hacen alarde y abuso de poder de cualquier naturaleza. Un periodismo que se identifica por su favoritismo o estar al servicio del gobierno o de la oposición es negativo, es contrario al bien común o sea al pueblo. Los mismos principios de libertad, independencia e imparcialidad pueden ser aplicados a los políticos, a sus partidos y a quienes buscan servicios incondicionales de la comunicación social y de quienes ejercen el periodismo que no pueden ni deben inclinarse por servicio alguno sea porque estén en el poder o aspiren a contar con él.
El periodismo libremente ejercido con honestidad y responsabilidad es, debe ser, una garantía para gobernantes y gobernados porque es digno de fe y confianza; en cambio, un periodismo que busca el fácil acomodo, la satisfacción de sus intereses o de los creados por conveniencias ajenas sean políticas, económicas o de cualquier naturaleza, es un ejercicio indebido de la profesión, es una especie de traición a la verdad, a la corrección, a la legalidad y, sobre todo, es un engaño que lastima, hiere y maltrata la buena fe del pueblo. La libertad de prensa o de expresión de quien sea y mucho más de medios y periodistas, debe ser un bien favorable a todos puesto que la libertad es el mayor bien instituido por el Creador y, conforme sea ejercida por los medios y periodistas, adquiere mayor valor e importancia para que la fe y confianza públicas sean mayores en la vida de los pueblos.

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