martes, abril 30, 2024
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El libro de la serenidad

Todos deseamos la serenidad, ese descanso de la mente y esa tranquilidad del alma imprescindibles para disfrutar de cada instante y vivir mejor. “El libro de la serenidad”, de Ramiro A. Calle, nos enseña a superar los miedos, asumir lo inevitable, controlar los deseos, vivir con más intensidad y buscar paz en nuestro interior.

A través de comentarios basados en historias repletas de contenidos pertenecientes al legado espiritual de la humanidad y de sencillas técnicas de relajación, podremos superar la ansiedad, principal dolencia de nuestro tiempo.

Nos puede servir de guía durante unos días, para poder saborearlo mejor si decidimos leerlo. En estos momentos, me siento bastante cansado de la pobreza intelectual de muchos de nuestros políticos y de no pocos periodistas que parecen palmeros desde los diversos medios.

Trabajo en la recopilación de algunos textos en los que procuré expresarme y publicar en los medios y en mis clases de Ciencias de la Información, durante más de medio siglo. Superados los 80 años, pero activo me siento con la responsabilidad de compartir algunos temas que se han visto desbordados por la realidad más mediocre, egoísta, cínica, propia de bánksters y de corifeos, dizque “aventajados” y que nos están enfangando en una espantosa ruina no sólo personal, social, científica, académica, sino ética, y que ya desborda el medio ambiente y los derechos más elementales. Aunque parezca exagerado les garantizo que hay muchos momentos en los que me siento desconcertado… pero interpelado.

Aquí van pues, remembranzas, reflexiones y comentarios sobre temas que no me parece ético silenciar. Y mucho menos como Profesor Emérito de U.C.M, y especializado en temas propios de Ciencias de la Información. Permanecer en silencio me parecería vergonzoso, e indigno de una trayectoria vital bien conocida por amigos, lectores y, sobre todo, RDM como vosotros. Usen lo que os interese y sepan que pueden utilizarlos como propios. A mi edad, permanecer en silencio me parece una indignidad y por eso acudo a vosotros para que colaboren en esta crisis de humanidad, de medio ambiente y de ciudadano del mundo.

Vamos allá, pues permanecer en silencio me parece un acto, tan poco humano como valiente. Y quien pueda compartir, denunciar, aportar alternativas, que utilice como propio cualquier argumento escuchado en mis clases o difundido en los medios que, como profesionales y como ciudadanos del mundo, podemos y debemos utilizar.

Un abrazo entrañable a todos los amigos.

Volvamos a nuestro libro de la serenidad: El más fantástico reto del ser humano es vivir más despierto, hallar la paz interior y alcanzar la claridad mental. Lucidez y sosiego son los dos puntales de la clara comprensión y de ahí de la responsabilidad de actuar con todas nuestras fuerzas por contribuir a una sociedad más justa y solidaria, que haga realidad aquellos derechos fundamentales proclamados como universales: derecho a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad para todo cuanto es y existe. (Lo llames como lo llames, ya nos entendemos).

Añado el poema del yogui Vivekananda:  PAZ. ¡Mírenla!

Llega con toda su potencia esa fuerza que no tiene poder, esa luz que está en la oscuridad, esa sombra de una luz deslumbradora./ Esa dicha que jamás logró expresarse y dolor que no se siente, de tan profundo.

Es la vida inmortal no vivida, la eterna muerte no llorada./ No es alegría ni pena, sino aquello que entre ambas está;/ no es la noche ni es la alborada, sino lo que uniéndolas va./ Es dulce pausa en la música, descanso breve en el arte sagrado,/ silencio que se produce al hablar; y entre dos paroxismos de pasión/ ella es la paz del corazón.

Es belleza jamás contemplada, amor solitario que en su aislamiento se afirma./ Es una canción viviente que nunca será cantada, es la sabiduría que jamás conoceremos./ Es la muerte entre dos vidas, entre dos tormentas la quietud que arrolla./ Es el vacío de donde surgió la creación, ese aterrador vacío al cual retornará./ Allá va a parar la lágrima, para transformarse en sonrisa./ Es la mena de la Vida y su único hogar: ¡es la Paz!

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