domingo, abril 28, 2024
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Amar y servir al país con responsabilidad compartida

Es casi crónica la costumbre de los gobernantes del país: negar que vivimos tiempos de crisis, cuando lo cierto es que la pobreza no solamente es motivo y causa sino crisis en sí, una crisis que nos reata al atraso y a más condiciones de pobreza y necesidades, especialmente para determinados sectores indígenas, campesinos y personas que atraviesan por muchísimas dificultades sin medios ni formas para superarlos.
Estados crónicos de pobreza no son actuales, son de larga data y lo que se ha hecho siempre es recurrir a paliativos circunstanciales y momentáneos; en casos, a disfrazar los extremos para mostrar al pueblo motivos de consuelo y hasta resignación cuando debimos vivir siempre sobre bases de honestidad y sinceridad, de honradez y responsabilidad para que todos aprendamos a encarar o hacer frente a los desafíos, pero exigiendo que nuestros gobernantes inviertan en educación y salud, dos instrumentos positivos y prácticos que, de haber sido efectivos, se habrían superado todas las dificultades y los caminos del progreso estarían allanados, libres de escollos y frenos; no aprendimos y casi vivimos resignados a ver lo que hace el mundo rico y desarrollado: comprobar cómo, ellos y muchos de nuestros vecinos, despertaron a sus realidades y actuaron en consonancia para vencer a los mortales enemigos que siempre han sido la carencia de salud, educación, infraestructura que signifique desarrollo e integración; formación en valores y propósitos firmes de superar todo lo malo que obstaculice vencer a las propias limitaciones.
Hoy, día de la Patria, tiene que ser común la vocación de unidad, armonía, paz y concordia entre todos los bolivianos haciendo abstracción de quienes usen mal los poderes otorgados por la nación y hechos mandatos por el pueblo; hacerles sentir que solamente la concordia puede superar viejos antagonismos, mostrarles que no caben más las ambiciones, las egolatrías y los complejos. En síntesis, obrar con el corazón en aras de propósitos comunes y que sean tanto cuanto la patria lo necesite y lo permita bajo la premisa de que no debe haber nada que detenga los buenos propósitos para que todos abriguemos en nuestros corazones los mejores propósitos y hagamos realidad intenciones siempre añoradas teniendo siempre presente que la patria boliviana es madre común de todos nosotros y nada ni nadie debería socavar sus cimientos sino consolidarlos y hacerlos firmes, productivos, conscientes y responsables.
Renovar propósitos de amar y servir mejor al país es promesa de cada año; pero, la realidad siempre se muestra diferente porque poco o nada se hace y el país sigue estancado, pospuesto, postergado y hasta olvidado por lo que sólo hasta alcanzar el poder se ha jurado todo y olvidado propósitos determinando que así, el país se convierta en un depósito de sanas y buenas intenciones cuando debería haber políticas que planifiquen y conciban normas y formas para hacer realidad lo que, en conciencia, todos sabemos que entre todos debemos compartir deberes y responsabilidades para un obrar que efectivamente sea positivo y no, como hasta ahora, el recordatorio de añosas promesas siempre incumplidas.

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