viernes, mayo 3, 2024
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Una vida llena de sueños

Parte I

Estamos hoy en la encrucijada de si avanzamos hacia adelante, a la conquista de nuestros sueños, con esfuerzo, estudio, trabajo y mucha determinación, o esperamos a que las malas decisiones de las potencias del mundo y esta tremenda adversidad que nos tocó vivir pasen. ¿Aguardaremos sentados en el suelo frío, en un rincón de nuestra habitación, con los brazos cruzados, ensimismados, aletargados, con la cabeza hundida entre los hombros, en sopor, modorra y somnolencia que nos impida soñar y planificar un mejor futuro para nuestra familia? Sin sueños, sin aspiraciones, sin anhelos, es decir, muertos en vida, por miedo, por incertidumbre, estamos congelados, yertos, sin poder levantar la mirada y sacar fuerzas de flaqueza y seguir soñando.
Hemos perdido la fe, la esperanza, la dicha que escapa de nuestras manos, porque nos hemos vuelto seres humanos ambiciosos, angurrientos de poder, de riqueza, de dinero a más no poder. Estamos manchados con la sangre de millones de niños que mueren de hambre, de sed, de enfermedades fácilmente curables, pero perecen por la hipocresía de nosotros, los seres humanos, que preferimos despilfarrar cuantiosas cantidades de dinero en armamento letal, en fiestas y reuniones del jet set, de personas superficiales, que andan caminando entre sus nubes, alejados del dolor y del sufrimiento del pueblo. Ellos están inmersos en sus banquetes, llenos de lujos, pagan precios exorbitantes por un plato de comida, por un traje, por un perfume, por un peinado, por una joya. Malditas sean la saña, la ira, la gula, la envidia, que corroen el corazón y la razón del hombre.
Son maestros de la ley, fariseos con grandes conocimientos sobre la avaricia, la usura y la concentración desmedida de la riqueza por medio de la explotación del proletariado. Son grandes egocentristas, narcisistas, que repiten a coro lo que dicen los libros, que dicen que escriben lo que ya está escrito, pero desde la óptica de su servidor, eso es solo copiar lo que tantas veces ya se ha escrito. Tienen conocimientos, títulos que son comprados con el poder del dinero. Son seres insensibles aquellos que, teniendo el conocimiento, el poder y la autoridad, por ser grandes empresarios, gobernantes, según éstos todopoderosos, tienen poder, dinero, riqueza, pero solo para saciar su gula y su ambición desmedida.
Dejan en el olvido el hambre, sed, salud y seguridad de los niños, proscritos de saciar sus necesidades básicas. Los poderosos son incapaces y faltos de idoneidad, solidaridad y eficiencia para dar mejores condiciones de vida, con dignidad y trabajo, al proletariado, es decir, son enclenques, confundidos, incapaces y endebles para la toma de decisiones ante toda esta sarta de males que nos aquejan. No procuran luchar contra los feminicidios e infanticidios, delitos infames, atroces y cobardes que cuestionan, degradan de manera brutal y grosera el término “ser humano”. No hay una explicación y menos una investigación técnica, científica, antropológica, psicológica y racional de parte de estos señores todopoderosos, que conducen las riendas de nuestro destino. Ellos solo piensan en la seguridad de su entorno, y prestan oídos sordos al clamor del pobre, están cegados por su dinero, por sus cargos, por su poder efímero y pasajero, porque no ven el sufrimiento del pueblo en esta terrible situación que a diario vivimos.

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