sábado, mayo 4, 2024
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Diferencias políticas deben ser respetuosas y honestas

Aunque ha pasado el tiempo de las confrontaciones político-partidistas en que los partidos políticos han demostrado poca cordura, respeto y dignidad, las diferencias que son vistas ahora muestran que siguen las diferencias insalvables, por la que se dice lo que sea más duro, irrespetuoso y hasta procaz. Las diferencias que existen entre los partidos en oposición al gobierno y el partido que lo secunda, MAS, son cada vez más profundas y carentes de respeto y dignidad. El partido que respalda al presidente Arce, por estar en el poder, cree que puede seguir disponiendo festinatoriamente de la economía nacional, tal como lo hizo en casi 14 años de gobierno. Ante reclamos y protestas de la oposición, las reacciones no se dejan esperar y se llega a extremos poco dignos del masismo, que no sabe frenar sus instintos de atacar.

Muchas veces se hizo hincapié en que la lucha político-partidista, en tiempos electorales o fuera de ellos, debe ser civilizada, consciente de que todos los políticos están obligados a velar, cuidar y mostrar decencia en bien del país y como muestra de respeto al pueblo; pero, cuán difícil es contener a los militantes que se creen con mucho poder; el gobierno, sabedor de lo que ocurre, parece no tener la autoridad necesaria para frenar a quienes, especialmente en las cámaras legislativas, hacen gala de no guardar respeto y consideración por los demás, seguramente por la creencia de que han comprado las funciones que tienen o que su partido es dueño del país o porque consideran que todos deben estar a sus órdenes. No entienden que han llegado a los cargos que tienen por voluntad del pueblo y su deber es servir y no servirse del país, inclusive a costa de atentar contra la honra y dignidad de las personas.

Estas formas de lucha política son innobles e indignas del nivel al que los bolivianos queremos que arriben los políticos. Si bien se reconoce que estas pésimas formas de hacer política no han sido inventadas recientemente. Ha habido en nuestra vida panfletistas y oradores dedicados a la discordia y al insulto; pero en determinado momento han mostrado arrepentimiento por conductas indebidas, aunque tardíamente, especialmente cuando a ellos les tocó convertirse en víctimas de las malas artes usadas. Nadie conviene en que se debe abandonar la lucha política o que no se debe censurar lo que merece censura; pero, se puede ser duro y enérgico sin recurrir al insulto; se puede atacar con eficacia sin necesidad de utilizar vocablos propios de cantinas; se puede combatir, pero con nobleza, tino y respeto por el contrario y por el pueblo.

Hay políticos que creen que los métodos que emplean, aunque duros, son eficaces, que tienen mucha repercusión. La verdad es que el pueblo es contrario a la ofensa, diatriba, insulto. La diferencia que hiere no es digna. Hay políticos que le atribuyen al pueblo sentimientos que no abriga y consideran que está de su parte en tiempos electorales o al margen de ellos. La verdad es que no hay aprobación de la colectividad para conductas dañinas, ajenas al bien común porque se considera que el respeto y la consideración a la condición de ser humano deberían prevalecer en toda función de gobierno y fuera de él. Corresponde no endilgarle al pueblo lo que no quiere. Ese pueblo quiere que la lucha policía sea digna y honrada porque así deben ser sus protagonistas, como lo es el pueblo al que la propaganda se dirige. La responsabilidad mayor debe ser de los jefes, en el gobierno o fuera de él, para que las conductas sean dignas y no siempre saturadas de insultos y malas intenciones como normalmente ocurre, porque si la política es sucia poco o nada bueno se puede esperar de las conductas de los políticos.

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