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¿Derecho a la salud y/o saludables negocios?

Entre el 24 de mayo al 1 de junio 2021 se celebró virtualmente la 74 Asamblea Mundial de la Salud (WHA) de la Organización Mundial de la Salud (OMS), con el tema “Poner fin a la pandemia, prevenir la siguiente: construir juntos un mundo más saludable, seguro y justo”. La misma centró su atención en la pandemia Covid como amenaza global, examinando además cerca de 30 otros temas referidos a la salud global, producción local de medicamentos, enfermedades desatendidas, enfermedades tropicales, enfermedades no transmisibles, Determinantes Sociales de la Salud (DSS), entre otros.
El Director General de la OMS, Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, afirmó que las cifras de contagios y decesos por covid-19 descienden, pero sería un error asumir que la crisis está resuelta. Si bien las metas de vacunación propuestas para 2021 son vacunar al menos al 10% de la población mundial hasta septiembre y 30% al finalizar el año 2021, los riesgos de la pandemia persisten.
Hasta mediados de junio 2021 los afectados sumaban a nivel mundial cerca de 177 millones de casos, con 3.836.166 fallecidos, 161.776 recuperados, afectando a 220 países. Los datos en Bolivia señalan 409.106 casos, 15.614 muertes totales, 324.028 recuperados, estimándose 69.464 casos activos, 1.321 muertes por millón de habitantes para una población estimada de 11.824,220. Suman también por millones las personas afectadas con secuelas post-covid, las pérdidas laborales, el colapso parcial o total de servicios de salud, astronómicas pérdidas económicas, con el consiguiente impacto social y epidemiológico.
En la Asamblea (WHA) y en la OMS persiste gran preocupación sobre la seguridad sanitaria mundial y las debilidades y fallas geopolíticas. Los informes de evaluación del Panel Independiente de Preparación y Respuesta ante una Pandemia (IPPPR) y del Comité de Revisión del Funcionamiento del Reglamento Sanitario Internacional (RSI) sobre la respuesta internacional a la pandemia, generaron gran expectativa para identificar deficiencias clave en la respuesta mundial a la pandemia, fallas en el intercambio transparente de información y en mecanismos de seguimiento independientes. Ambos informes evitaron criticar claramente a los Estados miembros (países y sus gobiernos) por violaciones a Derechos Humanos y al Derecho a la Salud en el marco de la pandemia.
En cuanto al acceso a productos médicos relevantes para Covid19 (medicamentos, vacunas, medios diagnósticos, dispositivos, suministros, etc.), las comisiones fueron objeto de críticas por su mayor apego a “negocios” en torno a la salud, antes que un compromiso genuino con los afectados. Si bien las iniciativas como Covax para acceso a las vacunas, por parte de países de bajos ingresos, se las elogia, instando a los países ricos a ser solidarios, es claro que la expansión de la producción mundial de insumos médicos requiere de una suspensión temporal de patentes, transferencia de tecnología, entre otros, aspectos que los países ricos se niegan a considerar, protegiendo su modus operandi, de maquillaje cosmético al discutir el tema con su perspectiva de “caridad para el acceso a insumos”, en lugar de “equidad genuina de acceso”.
Ya es habitual en las Asambleas Mundiales de la Salud, la consideración de medidas, procesos, resoluciones entre “bastidores de negociación” y quizá ahora aún con menos transparencia, los encuentros entre las delegaciones de estados evitan que observadores y delegados de la sociedad civil, activistas de Derechos Humanos den seguimiento a los debates, menos participar de las negociaciones de los “estrechos círculos de poder”. Se busca acallar su voz y sus intervenciones y estas voces son cada vez más escasas, aunque con gran compromiso y solvencia científico técnica, intentando defender el Derecho a la Salud ante los intereses comerciales. Sus intervenciones son acortadas al mínimo de un minuto.
Es evidente que la OMS debe cambiar y no quedar confinada por los escollos diplomáticos de sus Estados miembros y continuar como abogados de industrias relacionadas con la salud. Los “donantes generosos” y filántropos de la OMS abogan por un aumento significativo de las contribuciones de los estados miembros y al mismo tiempo frenan cualquier modificación del actual sistema de patentes, evocando solo “acuerdos voluntarios de la industria”, evitando acuerdos vinculantes, para la transferencia de tecnologías, producción de insumos médicos y socavando su “responsabilidad social corporativa”, pese a que sus actividades en buena parte son financiadas con fondos públicos.
Como expresaba años atrás el Dr. Germán Velásquez, parece que continuamos en un “mundo donde la historia de las enfermedades indica que en su mayoría son las mismas, pero los medicamentos permanecen como propiedad privada de naciones ricas e industrias egoístas” y en lugar de “reglas mundiales negociadas por todos, para interés de todos e implementadas por todos, aún existe poca participación ciudadana en toma de decisiones y demasiada protección de ciertos intereses, mientras las víctimas pueden ser contadas en billones”( Kofi Annan ). Es una verdad dolorosa, más aún en tiempos de pandemia.

Dr. Oscar Lanza V. (MD, MSC, MPH)
Profesor Emérito Facultad Medicina-UMSA (Bolivia).

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