sábado, mayo 18, 2024
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Antivirus, municipios y el Gobierno

La política populista del Gobierno tiene distintas manifestaciones. No se detiene ni en momentos críticos como la actual pandemia y cuando es necesaria la unidad de acción del Gobierno nacional y de las administraciones departamentales y locales. Populismo es prohibir la colaboración de la Policía Nacional a las medidas tendentes al uso de barbijos, distanciamiento social, higiene, etc. El Gobierno le ha prohibido a la institución policial detener, multar, amonestar, etc. a los infractores de las previsiones dispuestas por las alcaldías para evitar el actual crecimiento desmesurado de contagios de Covid-19. El populismo del Órgano Ejecutivo se dirige a sintonizar con los comerciantes callejeros, transportistas y otros que resisten las medidas de bioseguridad y rechazan someterse a horarios de trabajo que la pandemia hace indispensable.
El MAS, ahora en función de Gobierno, insta y clama a vacunarse a poblaciones reacias como la de El Alto. Este cambio político es por demás oportunista si se recuerda que antes de su retoma del poder se oponía a la vacunación y a la atención de pacientes del virus. Lo hacía agrediendo de palabra y de hecho al personal médico, apedreaba a los buses que los transportaban a los hospitales, etc. Tampoco se olvida el bloqueo a los camiones que conducían oxígeno a los departamentos del occidente, desesperados por no contar con este vital insumo, ocasionándoles una sucesión de decesos por falta de oxígeno medicinal. El pretexto de la interrupción caminera era la convocatoria inmediata a elecciones. Además, los seguidores de Evo Morales se encargaron de difundir falsedades contra las vacunas, como la introducción de chips manipuladores, interrupción de embarazos y otras muchas fantasías, sin descarte de que el coronavirus era un invento del gobierno transitorio y, por último, del “imperialismo”; por tanto, un virus inexistente.
Ahora no recurre al bloqueo y le toca el turno de desesperar por falta de oxígeno. Su escasez le obliga a importarlo del Brasil, Chile y Argentina, que lo exportan a Bolivia en poca cantidad porque deben proveer a su población afectada. Este pedido de ayuda de un insumo tan elemental mella la vergüenza y dignidad nacional; dignidad de la que el Gobierno dice ser portaestandarte.
A la hora nona y después de 14 años de postergación de la salud, asume de proveedor de plantas de oxígeno a algunos hospitales del interior, pero con franca discriminación a La Paz. Desde luego, no es la única exclusión y La Paz es el departamento que menos ha sido socorrido con personal médico adicional, antígenos y hasta con vacunas y visto indiferentemente en el resto de sus necesidades antivirus. Es sintomático dejar a la deriva al segundo departamento de mayor población del país, sede y asiento del propio gobierno de Luis Arce, un coterráneo paceño. ¿Es una sanción política?
Sin mengua de lo anterior, es cierto que los alcaldes de Cochabamba y Santa Cruz, por ejemplo, están dotando de más de una planta productora de oxígeno a sus ciudades. Potosí, Oruro y otros municipios mucho más modestos que nuestra urbe ya cuentan con nuevas productoras de oxígeno, mientras las autoridades ediles paceñas no muestran preocupación alguna al respecto.

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