Desnutrición infantil, problema muy grave

Para nadie en el país son desconocidas las condiciones de pobreza en que vive la mayor parte de nuestra población, especialmente la que radica en las áreas rurales, donde la mayoría de su niñez padece de extrema desnutrición. Desde hace muchos años, lo más alarmante es la situación de la niñez y, si nos basamos en las estadísticas levantadas por UNICEF, fácilmente llegamos a la conclusión de algo inconcebible, porque hay regiones donde los niños no conocen ni un vaso de leche y los pocos alimentos que ingieren no sacian el hambre que sienten. Más doloroso es el caso de madres que por tener los senos flácidos, no pueden amamantar a sus hijos recién nacidos y, en el colmo de su desesperación, llegan a ansiar la muerte para ellas y sus niños.
Esto que describimos, de alguna manera, es la repetición de lo ocurrido en Biafra en los años l965 a l968, donde, además, no eran suficientes los socorros y ayudas de organizaciones internacionales y diariamente morían centenares de niños. Nosotros, en Bolivia, poco hemos hecho para disminuir la extrema pobreza y las mayores víctimas siempre han sido los niños. Debemos reconocer que solo un reducido número de habitantes de altos y medianos ingresos económicos satisface, aunque mínimamente, sus urgencias alimentarias, la mayoría de la población no consume la cantidad mínima de calorías requeridas para una buena salud y son niños y jóvenes los que sufren mucho más.
Hay varios programas internacionales que, conjuntamente los que se realizan en el país, intentan remediar siquiera medianamente el drama; pero sin mayor éxito, porque se trata de raciones tan exiguas que no sacian “el mínimo de las hambres”. El grave problema, radicalizado especialmente en la desnutrición, es causante de mucha mortandad, pues muchos no pueden obtener alimentos primarios, por sus escasos o mínimos ingresos económicos. Lo más grave del drama es que la extrema pobreza determina que “subsidios especiales para alimentación” son destinados a sufragar otros gastos familiares o cubrir siquiera una mínima parte de la canasta familiar; todo esto determina que leche y otros importantes nutrientes estén alejados de la dieta de niños y adolescentes.